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OTROS RELIGIOSOS INSIGNES 555 cual ha podido dar pie a ciertas actitudes. Pero lo que no es fácilmente explicable es la conducta observada por el P. Provincial de Castilla, Buenaventura de Gumiel, de completa rebeldía e insubordinación. El fue quien arrastró consigo a otros, como los PP. Félix de Villaumbrales, Buenaventura de Cañaveral y Lino de Cantalapiedra, los cuales, valién­ dose de su influencia y, más que todo, llevados de una desmedida ambi­ ción y deseo de ocupar altos puestos, trajeron revuelta a la provincia, metida en continuas luchas y disensiones por espacio de veinte años. Y si a esos malos ejemplos de los de arriba y continuados por tanto tiempo, se añade la indisciplina, la poca sujeción, la inobservancia y relajación que consigo trajo la guerra de la Independencia, defectos que aumentaron durante el período constitucional y luego se fomentaron en años posteriores, no nos extrañe en modo alguno viniera como lógica consecuencia la exclaustración. 2.— El segundo Vicario General de los Capuchinos españoles fue el P. Justo de Madrid, quien a su vez se vio envuelto en las mismas intrigas de que hemos hablado y que le ocasionaron incontables su­ frimientos. Pocos datos podemos aportar sobre su vida. Nacido en 1756, vistió el hábito capuchino en el noviciado de Salamanca el 6 de agosto de 1773 (38). Se ordenó de sacerdote en las témporas de septiembre de 1781 y el 10 de diciembre del siguiente año, estando de familia en el con­ vento de Navalmoral, se le concedieron licencias para confesar religio­ sos y seglares (39). A fines de agosto de 1784 opositó a cátedras, siendo designado Maestro de estudiantes y comenzando en seguida la ense­ ñanza de la filosofía y luego de la teología (40), terminando la tarea docente en 1800. En el Capítulo de 1802 se le nombró Guardián de Salamanca, pero renunció (41). Debió dedicarse posteriormente al apostolado de la predicación, en que se distinguió. No tenemos sin embargo sermón alguno de él; sólo podemos decir que, justamente la víspera de los sucesos del 2 de mayo en Madrid y estando conventual en San Antonio del Prado, predicó un elocuente sermón con motivo de la solemne función que tuvo lugar en el Oratorio del Santísimo Sacramento ,—hoy Oratorio del Olivar— «por los felices sucesos de la Monarquía». En ese sermón hizo una identificación absoluta entre los sentimientos de la Religión y de la Patria (42). Al hacer los franceses la segunda entrada en Madrid el 4 de diciem- (38) Estadística general, n. 2120; Necrologio, 303. (39) VA , 546, 552. (40) Ibíd., 570. (41) Ibíd., 700; ED, 264s.; Necrologio, 303. (42) J. P é r e z d e G uz m X n , El dos de mayo de 1808 en Madrid, Madrid 1908, 310. Cita com o fuentes el AHN , Libro de gobierno de Alcaldes de Casa y Corte 1809, t. II, f. 302, y Diario de Madrid, abril y mayo de 1808, pp. 522, 530.

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