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554 LA PROVINCIA DE FF. MM. CAPUCHINOS DE CASTILLA el P. Bernardos, de haber acudido éste a la Santa Sede, pidiéndole un sucesor. Tomaron cartas en el asunto el ministro de Gracia y Justicia y el embajador en Roma, pero tales falsos rumores fueron desmentidos categóricamente por el Secretario de Estado, por el Cardenal Protector de la Orden y por el Prefecto de la Congregación de Obispos y Regu­ lares (35). A pesar de todo, los disturbios y disensiones aumentaban, y el ministro de Gracia y Justicia, aun antes de recibir tales contesta­ ciones, decidió proveer de un sucesor al P. Bernardos, teniendo en cuenta su avanzada edad y el mucho tiempo que llevaba en el cargo; a tal objeto, puesto que el nuevo General de la Orden debía ser español, escribió al embajador ante el Papa para que se designase para dicho cargo a! P. Francisco de Solchaga «religioso de carácter, ciencia, prudencia y providad, de que tiene repetidas pruebas como Provincial en su Orden y como Predicador de S. M.». El Cardenal Secretario de Estado comunicó al embajador (26 febrero 1818) el nombramiento de Ministro General a favor del P. Solchaga y poco después, el 13 de marzo, se expedía el breve (36). El P. Mariano de Bernardos, sin estar al tanto de lo que pasaba, comenzaba de nuevo la visita de las provincias. En Valencia se encon­ traba el 14 de marzo y el 5 de abril inauguró el Colegio de Misioneros de Ollería, presidiendo el 17 el Capítulo provincial. Ante el rumor lle­ gado hasta allí del nombramiento de General, salió de Valencia el 20 de dicho mes y, apenas arribó al convento de Villanueva del Cárdete, recibió la noticia del nombramiento del P. Solchaga, enviando en seguida a su Secretario para que le entregara los sellos (37). El P. Solchaga tomó posesión de su cargo el 23 de abril. Con este hecho cesa también la vida pública del P. Mariano de Ber­ nardos y terminan además las noticias que tenemos de él, hasta el punto de que ni siquiera puede fijarse con seguridad la fecha de su muerte. Pero antes de finalizar estas notas biográficas, quiero hacer una obser­ vación que es toda una lección práctica que nos enseña la historia. No niego que el P. Bernardos haya cometido excesos, entrometién­ dose demasiado en el gobierno de las provincias, sobre todo en el de Castilla; tal vez haya sido también duro en sus actuaciones, todo lo (35) Las cartas cruzadas con tal motivo pueden verse en el Archivo de la Embajada de España ante la S. S., legs. 688 , 744 y 745. (36) Ibíd., leg. 745; P o b l a d u r a , De Superiorum Generalium, 314-15, donde se copian esas cartas, y 180, donde se transcribe el breve que comienza: Quamvis juxta staluta. Respecto a lo sucedido con dicho breve véase en el AHN , Conse­ jos, leg. 4.036. (37) Tercera parle de la Crónica de la Provincia de Valencia, ms., p. 851s. El P. Solchaga mandó suspender lo del Colegio de Ollería, pero el P. Justo de Madrid, siendo Vicario General, ordenó de nuevo su funcionamiento (ibíd., pá­ gina 867, n. 189). No contento con esto el P. Bernardos y no obstante haber dejado ya el cargo, arribadoa Madrid, elevó el 5 de mayo una solicitud al rey interesándose por los progresos del expresado Colegio, pidiendo lo recibiese bajo su protección.

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