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550 LA PROVINCIA DE FF. MM. CAPUCHINOS DE CASTILLA dando asimismo algunas normas y consejos que vienen a ser resumen de las trazadas ya por sus antecesores PP. Pablo de Colindres, Erardo de Radkesburg y Nicolás de Bustillo (14). El P. Vicario General continuó residiendo en Madrid sin otra activi­ dad particular fuera de la aneja al cargo y sin inmiscuirse, al parecer, en el gobierno de las provincias. Sin embargo comenzaron pronto los roces, de poca monta al principio pero que más tarde turbaron la paz y toma­ ron proporciones insospechadas. Así el Vicario de San Antonio del Prado reclamó tener precedencia sobre el Secretario del P. Vicario Gene­ ral; la cuestión fue dirimida en favor de éste por el Cardenal Arzobispo de Toledo, haciendo además caso omiso del recurso interpuesto por el Definitorio provincial. Este mismo protestó de nuevo ante el Cardenal contra la facultad que había dado al P. Vicario General de poder elegir dos Definidores propios; de nada valió semejante protesta, quedando nombrados los PP. Romualdo de Limpias y Fidel de Rueda (15). Nuevo choque iba a tener lugar al celebrarse en Castilla la Congre­ gación intermedia (7 noviembre 1806). El P. Vicario General se empeñó en presidirla y lo hizo efectivamente, no obstante la protesta de los Superiores de la provincia. Una vez más el Cardenal Arzobispo de Toledo salió por los fueros del Vicario General, dando por bueno lo hecho y advirtiendo a los Provinciales de España que «dos meses antes de expe­ dirse las convocatorias para sus Capítulos y Congregaciones provinciales lo pongan en nuestra noticia (del Visitador) para que en uso de nuestras facultades apostólicas, acordemos lo que más convenga» (16). Sin impedir a los Provinciales hacer la visita a sus respectivos reli­ giosos, procuró él hacerla también. Así, por ejemplo, el 3 de mayo de 1807 la comenzaba en Navarra por el convento de Cintruénigo, siendo recibido con todos los honores. El cronista de la expresada provincia dice, entre otras muchas alabanzas: «El mismo día de su llegada se presentó a medianoche en el coro a los maitines y esta diligencia de edifi­ cación jamás la ha omitido por fatigado que se hallase, y aun después de maitines perseveraba por mucho tiempo en el coro, de modo que se ignoraba el cuándo se retiraba a la celda... Dio principio a la visita con plática docta, llena de celo y caridad, y a consecuencia visitó la iglesia y a todos los religiosos, hasta los donados, oyéndolos en particular con mucho agrado y dulzura, porque tal es su carácter, a lo que hemos observado.» Refiere luego cómo hizo la visita seguidamente a los res­ tantes conventos, deteniéndose en ellos el tiempo preciso y no más para no ser gravoso, y añade: «Porque su buen espíritu, propio de un verda­ dero padre, no se contentó con visitar a sus hijos por carta sino que ha (14) Puede verse en P obladura , Liiterae circulares, II, Romae 1960, 15-20. (15) VA, 720-22; esto sucedía a fines de mayo o principios de junio de 1806; por lo tanto, el P. Bernardos tuvo sus Definidores en el cargo de Vicario Ge­ neral, lo que no consiguieron los otros que desempeñaron el mismo puesto. (16) Comunicado del Cardenal Arzobispo de Toledo, Madrid, 19 noviem­ bre 1806 (ibíd., 722); ED, 305.

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