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y dos veces por mes las conferencias morales. Por último, son también duras y fuertes las prescripciones en contra de los transgresores de la pobreza seráfica, que era tenida en poco y conculcada libremente. Los resultados de esas ordenaciones no pudieron apreciarse. El Padre General se proponía sin duda plasmarlas en realidades concretas y prác­ ticas al efectuar la visita a las provincias, pero aquella tan sólo se llevó a cabo en las de España. La situación política y las circunstancias espe­ ciales de los tiempos, motivadas en gran parte por las guerras napoleó­ nicas, no permitieron al P. Bustillo llevar a cabo sus propósitos y planes, viéndose limitada y restringida su actividad durante los años 1796 a 1805, en que prácticamente rigió los destinos de la Orden. 3.— Efectivamente, al poco tiempo de ser elegido, se determinó a efec­ tuar la visita reglamentaria a los religiosos; pensó asimismo iniciarla por las provincias españolas. A tal objeto solicitó el debido permiso al rey para pasar a España; el soberano, a propuesta del Consejo, se la concedió de buen grado y oficialmente se le comunicaba el 18 de marzo de 1797 (22). Sin embargo, aun después de obtener esa autorización y no obstante las órdenes cursadas por Godoy para que los Generales reli­ giosos españoles residentes en Roma se trasladasen a España (23), el Padre Bustillo continuó en la Ciudad Eterna, quizás teniendo en cuenta el cariz siniestro y peligroso que tomaban las cosas y sólo salió de ella cuando las tropas napoleónicas, después de invadirla en febrero de 1798, proclamaron allí la república e hicieron prisionero al Papa, llevándoselo a Valence. Expulsado tal vez de Roma (24) o quizás huyendo del escenario de tan lamentables y tristes acontecimientos, lo cierto es que el P. Bustillo dirigió sus pasos hacia España. En la primera quincena de mayo desem­ barcaba en Barcelona con tres de sus secretarios y un compañero, siendo recibido con todos los honores de Grande de España; el 19 embarcó para Valencia, llegando el 23 y el 30 emprendió el camino de la corte, a la que arribó a las 9 de la noche del 26 de junio y donde se le tributó un gran recibimiento. Pasó a los pocos días a besar la mano del rey y el 11 de julio se cubrió de Grande de España, siendo su padrino el duque de Medinaceli (25). Luego efectuó la visita a los conventos de Castilla, aunque, debido a las muchas ocupaciones, no le fue posible ir personalmente a todos, según afirma en las ordenaciones, y el 9 de marzo de 1799 se encontraba de vuelta en el convento de San Antonio del Prado (26), con miras sin EL P. BUSTILLO, TAMBIÉN GENERAL DE LA ORDEN 525 (22) Archivo de la Emb. de España ante la S. S., leg. 244, f. 20. (23) Ibid., leg. 245, f. 367. (24) Así se afirma en el Bullarum, IX, 272. En la Tercera parte de ¡as cróni cas de la provincia de Valencia, ms., 557-69, se dice salió de Roma con ánimo de hacer la visita a las provincias españolas, pero al mismo tiempo huyendo de los franceses que se habían apoderado de la Ciudad Eterna. (25) VA, 681-2; Pobladiíra, L os Generales de la Orden Capuchina Grandes de España de Primera Clase, en Collectanea Franciscana, 13 (1943), 297. (26) VA, 684.

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