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518 LA PROVINCIA DE FF. MM. CAPUCHINOS DE CASTILLA otros, como los PP. José de Sangüesa (73), Casimiro Fernando de Sevi lla (74) y Lamberto de Zaragoza (75). Y copiar la carta que, a raíz de su fallecimiento, dirigió a toda la Orden el primer Definidor y Vicario general. P. José María de Savorgnano, 26 de junio de 1766, ensalzando su vida ejemplarísima, el desprendimiento, la penitencia y su caridad para con todos, lo que le atrajo la veneración de los reyes, príncipes y magnates e igualmente de los pueblos que salían a su encuentro por donde pasaba, teniéndose por felices con verle y recibir su bendición (76). No obstante queremos hacer destacar particularmente algunas. Como él mismo afirma en varias de sus cartas, se decidió a entrar capuchino porque la Orden practicaba especialmente la hum ildad, austeridad y po breza. La humildad brilló a lo largo de su vida. El Cabildo salmantino admiró sobremanera la ciencia de su Doctoral pero al mismo tiempo, según repetidas veces lo hace constar en las actas, su profunda humildad. Esta le llevó a renunciar toda clase de cargos y marchar a Orán para vivir allí olvidado, e igualmente le impulsó a rechazar la mitra de Barcelona, porque, según confiesa, «carece de la virtud y prendas que requiere y presupone la dignidad de obispo». Por otra parte tiene con la humildad un imperativo categórico en su alma la voluntad de Dios, tanto en las cosas prósperas como adversas y aun en aquellas que hacen sangrar su corazón. Desde el momento en que conoce la voluntad divina sobre su vocación, salta por encima de todo para seguirla: atractivos del mundo, ilusiones de un porvenir halagüeño, puestos honoríficos que le esperan. Otro tanto hace al ofrecérsele la mitra de Barcelona: «Está seguro de la llamada de Dios al claustro, pero no lo está de la vocación divina para el obispado», y esa razón, de la que está en un todo persua dido, la alega con invencible tesón al Papa, al Cardenal Portocarrero, al rey de España y al P. Rábago. No hay para qué ponderar aparte su penitencia y austeridad, de las que trazan un bello cuadro y ponderan extensamente los PP. Sangüesa, Sevilla y Zaragoza. Otro tanto hacen de su pobreza, a la que guardó una fidelidad absoluta, observándola con la mayor estrechez y rigor, sobre todo en recibir limosnas superfluas, en el recurso a pecunia o a los amigos espirituales, etc. Y ese mismo rigor, a tenor de la Regla y Cons- (73) En su sermón fúnebre Parentación luctuosa, impreso y ya citado, ponde ra, pp. 35-40, las virtudes del P. Colindres con hechos concretos y del mayor interés. (74) En la Oración fúnebre en las solemnes exequias que celebró la reli giosísima provincia de Andalucía de RR. PP. Capuchinos..., el día 8 del mes de agosto de este presente año de 1766 por el Excmo. y Rmo. P. Fr. Pablo de Colin dres, Sevilla (1766), 27-31, traza asimismo un bello cuadro de sus virtudes. (75) La obra del P. L. de Zaragoza, Elogio del Rmo. P. Fr. Pablo de Co lindres, más que una biografía, es una exaltación de su vida ejemplar, virtudes y ciencia. (76) El cronista de Castilla, además de los elogios que le tributa en el VA, 408, inserta copia de la carta del P. Savorgnano, 410-414, «para que en lo futuro pueda haber alguna noticia de este grande héroe, hijo de esta provincia».
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