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suspendió el Capítulo de aquella provincia por mostrarse reacia a poner en práctica las normas y ordenaciones que había dado para que los reli giosos recobrasen la paz (61). Continuó la visita por Bélgica, más tarde por Alemania y a principios de abril de 1766 llegaba a Viena donde falleció el 7 de junio del citado año de la enfermedad que, como conse cuencia de los sufrimientos y privaciones soportadas en aquel largo pere grinaje, acabó con sus fuerzas y su vida (62). 5.— Cuantos le conocieron personalmente al hacer esa visita pudieron admirar en él un ejemplo viviente de observancia, penitencia, austeridad y pobreza. Asimismo todos admiraron su fervoroso espíritu y los grandes deseos que le animaban en pro de la Orden, cuyo florecimiento en ciencia y virtud fue para él algo obsesionante y que se esforzó en promover por cuantos medios estuvieron a su alcance, sobre todo a través de las ordenaciones que dejaba en cada provincia. El contenido de las mismas bien merecía un estudio detenido; ante la imposibilidad material de hacerlo en este capítulo que le dedicamos, llamamos la atención sólo en cuatro puntos, que fueron su preocupación particularmente durante los años de su generalato. Repetimos que uno de sus ideales, como superior de la Orden, fue elevarla al más alto grado de ciencia y de virtud. Base primordial de ese anhelo fue la debida formación de los jóvenes tanto en el noviciado como en los años que seguían y servían de preparación para el estudio de la filosofía y teología. A eso dirigió sus esfuerzos: a una sólida y amplia formación espiritual y juntamente intelectual. Por eso, ya en las ordenaciones dadas poco después de ser elegido Ministro General, man daba que todos los clérigos fuesen destinados a un convento donde permanecerían durante tres años, y en ese lapso de tiempo deberían recibir esa sólida formación religiosa, moral y franciscana y al mismo tiempo dedicarse de lleno al estudio de la lengua latina. Tal importancia daba a todo eso que consiguió un breve del Papa en que confirmaba cuanto por él había sido establecido (63). No satisfecho con ello, a medida que iba haciendo la visita a las pro vincias, dejaba ordenaciones particulares, que venían a ser verdaderos reglamentos de estudio, en los que se detallaba lo relativo a la formación espiritual e intelectual de los candidatos (64). EL P. COLINDRES, PRIMER ESPAÑOL GENERAL DE LA ORDEN 515 (61) Decreto de suspensión del Capítulo y causas para ello, 30 mayo 1765 (Arch. Gen. de la Orden, Acta Ordinis, AG- 6 , pp. 310, 325, 332). (62) Carta del P. Fidel de Santurce, secretario del P. Colindres, Viena, 14 junio 1766, al P. Provincial de Castilla, en Respuesta del P. Isidoro de Fermo- selle al P. Joaquín de Soria, ms., nota 55 (APC, 33/84), donde refiere las cir cunstancias de enfermedad y muerte del P. Colindres. V. en mi artículo, 276. (63) Cfr. dichas ordenaciones en Analecta O. F. M. Cap., 8 (1892), 241s.; el breve de Clemente XIII comienza: Exponi siquidem Nobis, 20 noviembre 1762 (Archivo Gen. de la Orden, Acta Ordinis, AG- 6 , 139, 559). (64) Cfr. en mi artículo citado, p. 271, notas 104, 105, 106 y 107, las orde naciones particulares sobre esto, que dio a diversas provincias, y sobre todo: P. Pobladura, Reseña bibliográfica sobre el P. Pablo de Colindres, Coll. Fr., 36 (1966), 415-35.
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