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trabajo que tomó en la defensa de Torrecilla contra el P. Concina, domi­ nicano», probando que las proposiciones que éste atribuía a aquél, eran «subrepticias, mutiladas, capciosas, falsas o imprudentemente notas», de tal modo que el P. Concina las eliminó luego de sus obras (37). En el Capítulo general celebrado el 31 de mayo de 1754 fue reelegido Definidor. «La obediencia — escribía confidencialmente a su hermana— ha dispuesto me quede aquí y lo tengo por especial providencia de Dios por librarme de los embarazos que podría tener en Madrid» (38). En ese último Capítulo fue elevado al cargo de Superior de toda la Orden el P. Serafín de Ziegenhals (Capricolense). Este, junto con su Definitorio, reorganizó los estudios mediante el decreto del 6 de octubre de 1757, que sería de suma importancia para la buena formación de los aspirantes capuchinos al sacerdocio (39). Sin quitar mérito a los demás, nos parece ver en la redacción de dicho documento la mano segura, fuerte y orien­ tadora del P. Colindres, quien interpretará y ayudará a adaptarlo a la provincia de Castilla (40), y sobre los estudios volverá a insistir repetidas veces durante su generalato. 3.—Hemos de hacer notar que esa elección de Definidor general fue una llamada de atención hacia su persona y hacia sus méritos y valer. El confesor de Fernando VI, P. Francisco Rábago, teniendo en cuenta su ciencia, virtud y vida ejemplar, ponía en él los ojos para presentarlo el 22 de septiembre de 1747 para la mitra de Barcelona, que se hallaba vacante, junto con las de Méjico, Calahorra, Barbastro y Puerto Rico, diciendo al monarca: «Para Barcelona podrá V. M. nombrar a Fr. Pablo de Colindres, que fue Colegial Mayor de Valladolid y Catedrático de Salamanca, y, dejándolo todo, se hizo Capuchino, y ha tenido los prime­ ros empleos de la Religión. A esta condecoración extrínseca se añade su vida tan ejemplar, una grande sabiduría teológica y canónica. Y es crédito de V. M. el buscar para las mitras semejantes sujetos y solicitar del Papa que le precise a aceptar, si acaso lo resistiese. Y cuando V. M. juzgase empeñarle en otros asuntos de más peso, no desayudará el hallarle condecorado con esta mitra.» El rey añadió de su puño y letra: «He nombrado los que proponéis» (41). Como se ve, el P. Rávago tenía fundados temores de que el Padre Colindres no aceptaría la mitra. Por eso al comunicar el 26 de septiem­ bre aquel nombramiento al Cardenal Portocarrero, embajador en Roma, le exponía: «Y porque S. M. recela que lo resista, me manda encargar EL P. COLINDRES, PRIMER ESPAÑOL GENERAL DE LA ORDEN 5 1 1 (37) VA, 325; al hablar de sus escritos expondremos algo más sobre esto. (38) Carta a su hermana María Luisa, Roma, 24 julio 1754; original en APC, 9/37. (39) M elchior A P obladura , O. F. M. Cap., Litterae circulares Superiorum Generalium Ord. Fr. Min. Cap. (1548-1803), Romae, 1960, 253s. (40) A ndrés de P alazuelo , O. F. M. Cap., Vitalidad Seráfica: Los Francis­ canos Capuchinos de Castilla, 2.“ serie, Madrid 1931, 267-271: decreto del defini­ torio provincial de Castilla sobre los estudios, 22 febrero 1758. (41) Carta o memorial del P. Francisco de Rábago al rey, Buen Retiro, 22 sep­ tiembre 1747 (AGS, Gracia y Justicia, 291).

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