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508 LA PROVINCIA DE FF. MM. CAPUCHINOS DE CASTILLA huyendo de las dignidades, lo había dejado todo «para vivir sepultado en Orán, todo sacrificado al celo de las almas» (20). Y el P. José de Sangüesa, compañero del P. Colindres y su panegirista anota asimismo que había escogido Orán para dedicarse a la salvación de las almas con pretexto de asistir a los hospitales, porque «verdaderamente — dice— eran hospitales de enfermos de cuerpo y alma. Allí — agrega— trabajó incesantemente en lo espiritual y temporal; allí redujo a muchos; allí convirtió a muchísimos, y allí, finalmente, fue constituido juez de las controversias no sólo en las jurisdicciones sino en puntos y materias de fe» (21). Según testimonio de otro de sus contemporáneos, el P. Colindres dio «ejemplarísimas muestras de edificación y gran ardor de caridad» (22). Además, en su empeño de reformar las costumbres, como atestiguan varios de los Vicarios eclesiásticos de Orán, tanto él como el P. Marquina, «famosos varones de virtud, destinados por su celo apostólico y humil dad a esta ciudad», «asistieron a los hospitales y predicaron sin cesar la doctrina evangélica», y precisamente por eso y por su «ascética vida» se dirigieron contra ellos delaciones y hasta libelos (23). No fue sólo eso. Allí se ventiló una importante cuestión de conciencia en cuya discusión tuvo parte importante y decisiva el P. Colindres. Siendo así que en las acciones de guerra fueron cogidos prisioneros bastantes moros, al igual que también cayeron en poder de éstos algunos soldados españoles, se suscitó la duda de si podían o no ser vendidas o canjeadas las mujeres, los muchachos y niños moros. El P. Colindres se opuso resueltamente a que fuesen rescatados dichos moros por dinero, y de modo particular los niños: a lo sumo serían canjeados por españoles, y aun los pequeños sólo deberían ser vendidos o entregados a los cristia nos para ser bautizados. Hubo numerosas juntas en Orán para dilucidar esa cuestión; también se dirigieron consultas a la corte, a Universidades y obispos, al confesor del rey, P. Francisco Rábago y a otros teólogos y personalidades. No es posible bajar a pormenores, pero sí queremos consignar que el P. Rábago, después de tributar al P. Colindres grandes alabanzas por un papel escrito por éste sobre el tema, añade se conforma en un todo con su parecer por ser «no sólo acertado y prudentísimo sino innegable» (24). El triunfo del P. Colindres es ponderado por el P. San güesa, quien copia asimismo una carta del arzobispo de Lacisa y gober- (20) F rancisco de R ábago , S. J., Resolución sobre si es lícito vender a los moros sus hijos cautivos en Orán, consulta autógrafa firmada en Valladolid, 15 enero 1740 (Bibl. del Colegio de Santa Cruz de Valladolid, ms. 280, ff. 246-251) (21) J. de S angüesa , 30-31. (22) Estatuios del Colegio de Santa Cruz de Valladolid y sus colegiales , ms., siglo xvn i (Bibl. Ministerio de Asuntos Exteriores, ms. 26, n. 638). (23) Archivo Diocesano de Toledo, documentos sobre Orán, sin catalogar: Carta de D. Alonso Camacho, vicario de Orán, Orán, 18 diciembre 1773, y otra de D. Manuel Pórez, Orán, 15 julio 1778. (24) Rábago, Resolución citada.
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