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494 LA PROVINCIA DE FF. MM. CAPUCHINOS DE CASTILLA otro recurso a cuantos perteneciesen a una provincia, como la de Cas­ tilla, que no tenía misión propia, sino agregarse de momento a la de Andalucía para ser luego enviados en calidad de misioneros a América, como así se vino haciendo hasta entonces y aun se continuará del mis­ mo modo, según iremos viendo. Efectivamente, esas peticiones, por parte de los de religiosos caste­ llanos, habían sido un tanto frecuentes, sobre todo después de haber fracasado por segunda vez la misión del Darién en 1687 (5). A los ya citados en otra parte (6) hemos de agregar los PP. Hermenegildo de Madrid y Francisco de Petán, quienes en 1686 pidieron a la Congrega­ ción de Propaganda Fide se dignase aprobarlos como misioneros y les permitiese ponerse a las órdenes del P. Provincial de Andalucía, en calidad de Comisario general de las misiones. La Congregación dio su beneplácito el 19 de noviembre del expresado año (7). Un hecho parecido tuvo lugar en 1697, en que otros tres capuchinos castellanos solicitaron esa misma gracia del Vicario Provincial de Cas­ tilla, P. Antonio de La Puebla, quien, el 17 del mismo año, dio obe­ diencia a los PP. Marcelino de San Vicente y Antonio de Colmenar junto con el Hno. Fr. Francisco de Guadalajara, deseosos de ir a las misiones de América, para pasar a la provincia de Andalucía y ponerse a las órdenes del P. Comisario general (8). No hay noticias ulteriores sobre el P. Colmenar, pero sí que el 20 de diciembre se expidió cédula a favor de los otros dos, a fin de que el P. Marcelino pudiera ir a la misión de Caracas y Fr. Francisco a la de Cumaná (9). Este pudo em­ barcarse poco después para su destino al que llegó el siguiente año, aunque su permanencia allí se prolongó sólo hasta 1701 en que regresó a España (10). Mientras que el P. Marcelino no pudo embarcarse hasta el 16 de diciembre de 1698, arribando a la misión de los Líanos en los primeros meses de 1699 (11); de él nos ocuparemos con más detención en este mismo capítulo. Si corta fue la estancia de Fr. Francisco de Guadalajara en la misión de Cumaná, igualmente lo había sido la de otro castellano, P. Felipe de Madrid, que allí ejerció el apostolado desde 1693 a 1697, en que regresó también a su provincia de origen (12). No obstante la determinación del Consejo de 1703, arriba mencio­ nada, el rey se dirigía en 1714 por medio de una cédula a los Provin- (5) Cfr. mi obra: La Provincia de Frailes Menores Capuchinos de Cas­ tilla, I, Madrid 1949, 253. ( 6 ) Ibid., 254-6. (7) Archivo de Propaganda Fide, Scritt. riferite nelle congregazioni gene- rali (SA), v. 496, f. 195. Creemos no se embarcaron para misión alguna. ( 8 ) AGI, Contratación, 5551. (9) Ibíd. (10) Cfr. mi obra: Misión de los Capuchinos en Cumaná, Caracas 1968, I, 196, II, 341, y III, 311. (11) AGI, Contratación, 5551. (12) Cfr. Misión de los Capuhinos en Cumaná, II, 344, y III, 310.

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