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pasados el mejor historiador de las misiones de los Capuchinos españoles en los continentes africano y americano. Otro historiador de la Orden y enaltecedor de sus glorias fue el Padre Andrés de Lisboa, perteneciente también a la provincia de Castilla, por medio de su obra: Epítome historial de las grandezas de la seráfica Reli­ gión de Menores Capuchinos (46). Va dividida en tres partes. En la pri­ mera, después de tocar algunos puntos relativos a los Capuchinos, da una relación de los santos, beatos, mártires, misiones que la Orden ha tenido, etcétera. Reseña en la segunda los religiosos ilustres por su origen, cargos desempeñados, dignidades obtenidas, etc. La tercera parte está dedicada a los escritores que van distribuidos según las materias sobre que versaron sus obras. Sin quitar méritos al trabajo del P. Lisboa, puede decirse que en gran parte viene a ser un resumen del contenido del libro del Padre Martín de Torrecilla: Apologema, espejo y excelencias de la Seráfica Religión de Menores Capuchinos, purificadas en el crisol de la verdad de las escorias de la contradicción (47). El P. Francisco de Ajofrín, otro religioso benemérito y distinguido por el interés y deseo de dar a conocer las glorias de los Capuchinos, publicó a su vez un compendio de las mismas con este título: Carta familiar de un sacerdote a un colegial amigo suyo en que le da cuenta de la admirable conquista espiritual del vasto imperio del Gran Tibet, y la misión que los Padres Capuchinos tienen allí, con sus singulares progresos hasta el presente (48). Como el mismo autor dice «dase también una noticia sucinta de la fundación de esta penitente, seráfica familia (de los Capu­ chinos), de los santos que la ilustran, cardenales, arzobispos, de su obser­ vancia y austeridad, misiones que tiene en todo el orbe, provincias, con­ ventos y religiosos, en que se halla propagada, con otras noticias histórico- eclesiásticas». También debe recordarse a este propósito que fueron religiosos de EN DEFENSA DE LA FE, DE LA ORDEN Y DE LA PATRIA 487 (46) V io la luz en Madrid, 1754; XXX II-450 pp. (47) Tuvo esta obra dos ediciones: una hecha en Turín, con el seudónimo de F erm ín R a tta r ia z z i, y la segunda con el nombre de su autor en Madrid, 1701, 12 hjs., 550 pp. Repetimos aquí que los superiores de Castilla salieron a la defensa del P. T o­ rrecilla y de sus obras en 1706 y más tarde en 1736, logrando se permitiese su lectura aunque con algunas correcciones señaladas por la Inquisición. Además, el Padre Pablo de Colindres impugnó en 1753 la paternidad de 333 proposiciones falsas que se atribuían al P. Torrecilla, negando lo que contra él se decía y ha­ ciendo que el P. Daniel Concina, O . P., se retractase y las retirase de sus obras (Cfr. t. I, 411-14), y mi trabajo: El Rmo. P. Pablo de Colindres, General de la Orden Capuchina, en Collectanea Franciscana, 36 (1966), 294. (48) Esta carta lleva com o autor a Fraderico Fonsancij y va dirigida a Ri­ cardo Anffescinio; ambos nombres fingidos son anagrama de su verdadero au­ tor, Francisco de Ajofrín, quien imprimió dicho escrito en M éjico, 1765, cuando se encontraba allí recogiendo limosnas para la misión de Tibet de orden de la Congregación de Propaganda Fide; lo hizo para dar a conocer lo que era la Orden Capuchina, que no tenía convento alguno en M éjico. Se reimprimió esta carta segunda vez en Madrid, 1772. (Cfr. M. de P obladura, El verdadero autor de la ’’Carta familiar”, México, 1765 , Francisco de Ajofrín, O. F. M. Cap. (1719-1789), en Coll. Fr., 39 (1966), 56-86.)

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