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OTRAS CLASES DE APOSTOLADO 477 Por otra parte fueron incontables las pruebas de afecto y estima que los duques de Medinaceli dieron a los Capuchinos; unida dicha casa a la de Lerma, se consideró con todos los derechos del patronato de la iglesia y convento de San Antonio del Prado. Los religiosos supieron corres­ ponder a tanta fineza y así el 17 de septiembre de 1774 el Definitorio general concedía a los duques poder tener consigo y llevar donde fuesen dos Capuchinos de confesores y capellanes con la facultad de poder ir en coche (68), gracia que se renovó pocos años después (69). E l P. Nicolás de Bustillo, siendo General de la Orden, les concedió carta de Herman­ dad y asimismo título de Protector de todos los conventos capuchinos de España (70 ). Cerramos este capítulo transcribiendo parte de lo que el famoso Diego Torres de V illarroel escribe sobre los contactos, dirección y confe­ sión suya con los Capuchinos del convento de Salamanca. Dice así en una de sus obras: «Yo me paré a m irar mis interiores con algún cariño y me puse a entretener a mi alma con algún despacio en el convento de Padres Capuchinos de Salamanca. A l mes de haber estado en su com­ pañía, salí con la deliberación de ponerme en la banda de los presbí­ teros.» Refiriéndose después a cierta enfermedad que padeció y a los remedios que se le aplicaron, añade: «E l primero que me asaltó con los conjuros fue un devoto capuchino que cuidó de mi alma en los primeros embiones de la enfermedad, y a veces, en el estado sano del cuerpo, la levantaba de las profundidades en que muy a menudo caía, con los socorros de sus avisos y absoluciones. Asistió a mi cabecera con caridad, lástima y tolerancia inalterable todo el tiempo que me tuvo tendido en su estrechez la pesadumbre y la violencia de mis raros y desconocidos accidentes, siendo la dulce sencillez de sus palabras el único consuelo de mis aflicciones, el solo alivio de mis penas y el particular despertador de mis conformidades. Llámase este venerable varón Fr. León de Guareña, natural de este pueblo en Extremadura y hoy vive siendo V icario en el convento de los Capuchinos de Cubas. Esforzaba su celo, su voz y su devota confianza cuanto era posible el caritativo Padre, pero el dolor de cabeza parecía el diablo mudo porque callaba y dolía, dándose por des­ entendido a las voces, las cruces y las rociaduras del hisopo.» Y , tras de hacer una interesante descripción de su confesor, dice que los médicos le habían aconsejado apartarle de su lado, pero que por fin «dejáronme di Madrid, busta 282, f. 133). Así lo pide el Nuncio a la Secretaría de Estado, Madrid, 16 julio 1793 (ibíd., f. 132). ( 68 ) A rchivo General de la Orden, Acta Ordinis, AG-7, ms., p. 172. Esta misma gracia le fue otorgada por Clemente X IV , 19 septiembre, y reiterada el 20 del mismo mes y año 1774 por el P. Erardo de Radkesburg (A rchivo de M edi­ naceli, Priego, leg. 13, n. 82). (69) El mismo P. Radkesburg concedió, 18 abril 1779, las oportunas dispen­ sas para que el P. Dionisio de Huesca pudiera ir y acompañar a los duques a todas partes, eligiendo además otro Capuchino por compañero (ibid., n. 90). (70) Patente dada por el P. Bustillo, Madrid, 21 mayo 1799 (VA , 685; Archivo de Medinaceli, Santisteban, leg. 35).

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