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476 LA PROVINCIA DE FF. MM. CAPUCHINOS DE CASTILLA En primer término preciso es asentar que no sabemos con seguridad de ninguno que haya sido en ese casi siglo y medio confesor del rey (62). En cambio sí es cierto que el P. Urbano de Los Arcos fue, durante veinte años por lo menos, confesor del Infante D . Luis Jaime de Borbón, disfru­ tando en tan largo espacio de tiempo, y aun después, de extraordinarios privilegios y dispensas (63). E l hermano del P. Colindres y obispo de Osma, D. Juan Antonio de Oruña y Calderón de la Barca, sucesor de aquel en la Canongía Doctoral de Salamanca y en la cátedra de Decretales de la Universidad, tuvo siem­ pre por confesor a un capuchino de Castilla, al celoso misionero Padre Juan de Soria (64). También el P. Bartolomé de Esquivias, que aun vivía en 1809, era ya en 1775 confesor del obispo de Segovia D . Alonso Marcos de Llanos, más tarde arzobispo de Sevilla; tanto debía estimarle que le nombró Examinador sinodal de ambos obispados y consiguió para él otros importantes privilegios y dispensas (65). Asimismo el P. Juan de Villardondiego fue durante los años que moró en la Ciudad Imperial, confesor del Cardenal de Toledo (66). A su vez el obispo de Salamanca Fray Francisco de San Andrés tenía por confesor suyo y de toda su fam ilia al P. José de San Miguel, quien, para más comodidad del prelado, residía en palacio; pidió para él gracias y exenciones extraordinarias y, en caso de faltar aquél, que las gozase el capuchino que le sustitu­ yese (67). (62) En el Necrologio, 82, pusimos había sido confesor de Fernando V il, pero parece ser debe rectificarse tal aserto. (63) Era ya confesor de este Infante en 1767; en este año fue elegido Guar­ dián de El Pardo y, debiendo cesar en 1770, fue reelegido en la Congregación intermedia del 27 de abril a petición del expresado Infante, alegándose además qu>; tal reelección sería muy del agrado del rey y de otras personas de distin­ ción; fue para ello dispensado por el P. General. Además, el rey le concedió una pensión y hasta se consiguió un breve del Papa para tener compañero, ir a ca­ ballo y en coche; al morir el Infante en 1785, se le continuó la pensión y el P. Los Arcos pedía también los demás privilegios (VA , 457; memorial del P. Los Arcos, San Antonio del Prado, 19 enero 1786, y oficio de Floridablanca, 31 enero 1786, en Archivo de la Embajada de España ante la Santa Sede, leg. 234, año 1786, página 275). Sobre esto mismo hay un informe en AGS, Gracia y Justicia, 644. (64) VA , 296; Juan L op errá e z C o r v a lá , Descripción histórica del obispado de Osma con el catálogo de sus prelados, I, Madrid 1788, 569-73. (65) Pidió a la Congregación se le permitiese vivir y pernoctar en el palacio episcopal y pudiese acompañar al obispo en su carroza, lo que le fue concedido en 19 julio 1776 y renovado en 1779 (Arch. Gen. de la Orden, Acta Ordinis, AG-7, manuscrito, pp. 207-8, y AG - 8 , pp. 45-6). El P. Esquivias vivía aún en 1809, con­ tando ya 80 años de edad y 64 de profesión (Exposición del P. Vicario General, Mariano de Bernardos, 1809, AGS, Gracia y Justicia, leg. 1267). ( 66 ) El P. Villardondiego fue Maestro de novicios durante siete años; Maes­ tro de estudiantes, por espacio de otros siete; Lector, también Guardián de Sala­ manca, Custodio, etc. (Testimonio del Auditor del Nuncio, 23 sept. 1776, Archivo Vaticano, Nunziatura di Madrid, busta 148, 209-211.) (67) Pide, además, pueda ir en coche con él, acompañarle en las visitas, entrar en su compañía o por otros asuntos en conventos de monjas, etc. (Carta del mismo al Nuncio, Salamanca, 2 julio 1793; Archivo Vaticano, Nunziatura

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