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472 LA PROVINCIA DE FF. MM. CAPUCHINOS DE CASTILLA devoción a la D ivina Pastora (36 ), cuya imagen pusieron en la iglesia u oratorio de San Felipe Neri y a la que dedicaban anualmente un solem­ ne novenario (3 7 ). Tenían además esos actos de culto el interés de que eran aprovechados para d irig ir a los fieles la divina palabra. A sí se hacía los martes en honor de San Antonio, o en las novenas a él dedicadas lo mismo que a la D ivina Pastora al igual que en sus fiestas, en los viernes de cuaresma consagrados al Cristo de la Paciencia y en el solemne octavario, etc. (38). En Toro, como ya dijimos, al mismo tiempo que se tenía todos los domin­ gos el rezo de la Corona en honor de la D ivina Pastora y se recitaba el Rosario por las calles, se predicaba al pueblo una breve plática. Esa pre­ dicación los domingos y días de fiesta, no precisamente como homilía, se practicaba en varios otros conventos y quizás fuese costumbre generali­ zada así en Castilla como en otras provincias. Tal vez sea reflejo de esto mismo la determinación tomada por los superiores de Andalucía (1 7 marzo 1750): «Que en cada convento haya un predicador que predique los domingos y días de fiesta en las plazas» (39). 4.— Se hace preciso tocar también en este capítulo el tema de las Cofradías, Congregaciones o Hermandades piadosas. A este respecto hay que decir fue norma seguida que no las hubiese en las iglesias capuchinas. A sí lo consignan los Superiores de Andalucía al negar (5 febrero 1 773) una solicitud presentada para establecer una Hermandad en Ubrique, alegando que las leyes prohibían tener en nuestros conventos Herman­ dades de hombres y de mujeres, permitiendo sólo la Orden Tercera (40). Y por lo que respecta a Castilla se siguió a lo largo del siglo x vm esa misma norma. No sabemos por otra parte se tuviese en ninguna iglesia conventual ni Cofradías ni tampoco Escuelas de Cristo. Es verdad que el P. Juan de Soria, misionero residente en Valladolid, compuso e impri­ mió en 1736 unas Constituciones de las últimas, pero se trata, al parecer, de las Escuelas de Cristo que él iba formando y erigiendo en los pueblos donde misionaba (41). También en la iglesia de Santa Leocadia de Toledo (36) F erm ín de A lc a r a z , O . F. M. Cap., La Divina Pastora, o sea el rebaño del Buen Pastor Jesucristo, guiado, custodiado y apacentado por su divina Madre María Santísima, Madrid 1831, 36-43. Ya dijimos que el P. Santander publicó en 1788 una Novena en honor de la Divina Pastora, impresa en Zamora. (37) Conocemos una Novena a María Santísima con título de la Divina Pas­ tora de las almas, protectora de las misiones de la religión capuchina, La Haba­ na, 1837, la que el P. Francisco de Elgoibar reimprimió allí mismo en 1848. (38) Se conservan manuscritos algunos sermones de estas novenas, entre otros los de una completa del P. Ignacio de Valladolid en honor de la Divina Pastora, varios del P. Santander, predicados asimismo con ocasión de esas fiestas particulares, etc. (39) Libro [2.°] donde se apuntan los Capítulos, Congregaciones y decretos que en esta provincia de Capuchinos de ambas Andalucías se celebran y deter­ minan, ms., f. 52 (Arch. Prov. de Cap. de Andalucía). (40) Ibíd., f. 159. (41) Constituciones de la Escuela de Cristo aumentadas y puestas en su mé­ todo fácil para la práctica de los pueblos, p or el P. Fr. J. de S oria, Ex-Lector de

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