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OTRAS CLASES DE APOSTOLADO 471 Podemos decir que en todas las antiguas iglesias conventuales de Castilla hubo alguna imagen de singular devoción para los fieles, a la que se tributaron también actos frecuentes de culto y muy señaladas funciones en días determinados. A sí se hacía, por ejemplo, en Rueda y Toledo, en cuyas iglesias se veneraban artísticas imágenes de San Antonio de Padua; en Jadraque se tenía asimismo todos los sábados función especial en honor de Nuestra Señora de Castejón; lo propio se hacía a Ntra. Sra. de la Paz, venerada en una ermita existente en la huerta del convento de E l Pardo y trasladada luego a la iglesia, y no hay para qué decir la devoción constante y extraordinaria que siempre se profesó al Smo. Cristo yacente de este convento, al que acudieron a venerar todos los reyes y príncipes españoles, emulando unos a otros en esa devoción como también en los regalos que hicieron con destino al altar del mismo, a la iglesia e igualmente al convento (34 ). Todos los días de la novena, tenida en septiembre, acudían en fervorosa romería numerosos fieles de los pueblos próximos a Madrid y de otras partes, en manifestación de su fe o en agradecimiento de los favores recibidos. También en Toro se profesó gran veneración y culto al Smo. Cristo al que se dedicó una de las capillas de la iglesia, y del mismo modo a la D ivina Pastora, sobre todo a partir de la instalación del Seminario de misioneros en 1765. En su honor recitaban los religiosos con los fieles todos los domingos la Corona y luego rezaban procesionalmente por las calles el Santo Rosario (35). Por lo menos desde mediados del siglo x vm tuvieron muy a honra los Capuchinos de Castilla no sólo propagar la devoción a la D ivina Pastora, al misionar por pueblos y ciudades, sino también levantar en las iglesias capillas o altares con su imagen y tener en su honor algún acto particular. E l P. Fermín de Alcaraz, uno de los fervorosos apóstoles y propagandistas de esta devoción, nos da a este respecto datos muy pre­ ciosos sobre lo sucedido en Madrid al establecerse la Congregación del alumbrado del Smo. Sacramento y D ivina Pastora en la iglesia de San Antonio del Prado, según ya se dijo; también sobre la capilla e imagen de la iglesia de Salamanca y, por fin hace constar cómo los Capuchinos castellanos, al pasar a Cuba en 1784, llevaron también consigo esta fidia hebraica reiteró con nuevos ultrajes la Pasión de Cristo, Madrid, 1709; es la historia del Cristo de la Paciencia y de los cultos que se tenían en su honor com o desagravio. Testimonio fehaciente de la devoción que se le tenía es el Inventario puntual y compendio universal de todos los instrumentos que contiene el archivo de este Real Convento de Capuchinos del Smo. Cristo de la Paciencia, ms. (APC, 31/5). (34) Sería cosa de no terminar si fuéramos a referir los regalos que los reyes y personas reales de España hicieron al convento, iglesia y capilla del Smo. Cristo de El Pardo. Remitimos al lector a la obra del P. M. de A ngu iano, El paraíso en el desierto, Madrid, 1713, y al Compendio de la historia del Smo. Cristo de El Pardo, Madrid 1809, 109 s. (35) Cfr. Juan de Zamora, Manifiesto historial y apologético de la funda­ ción de el Seminario de Misioneros Apostólicos de la ciudad de Toro, ms., f. 10v.- 11 (APC, 28/153).

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