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462 LA PROVINCIA DE FF. MM. CAPUCHINOS DE CASTILLA resultado haberse confesado y comulgado la mayor parte o todo el pueblo y los más dos veces» (3 7 ). Como consecuencia de todo eso seguía la fuerte moción de la gente. Valgan los siguientes testimonios. E l P. Benito de Cárdenas, después de haber predicado con el P. Fidel de Tortuera una misión en el pueblo de Fuencarral, escribía al Cardenal de Toledo ponderando con vivas expresiones el fruto extraordinario que se había recogido (38 ). Y preci­ samente el mismo Cardenal, plenamente convencido de los éxitos alcan­ zados por los misioneros capuchinos, se dirigía al P. Provincial de Cas­ tilla para manifestarle que «hallándose sumamente satisfecho de la doc­ trina, celo y virtud con que los súbditos de V . Rma. las han practicado en este arzobispado con conocido beneficio de las almas», le pide al mismo tiempo con antelación varios Padres para que diesen misión en numerosos pueblos de su diócesis (39). Citamos finalmente las palabras del arzobispo de Santiago a propó­ sito de las misiones dadas en aquella ciudad y en varios pueblos por los misioneros del convento de Salamanca, PP. Joaquín de Lubián y Jeró­ nimo de Cifuentes, en 1774: «Ha habido — dice— mucho concurso de pueblo en la iglesia y demás partes donde se ha predicado, enmienda de vida y reconciliación de enemigos, confesiones reiteradas y comuniones frecuentes, por lo que los PP. Misioneros dan por muy bien empleado su trabajo y yo estoy lleno de gusto» (40). Por último, sirva de comprobación magnífica de lo expuesto múltiples cartas del P. Miguel de Santander, así para darse cuenta de la numerosa concurrencia que acudía a sus sermones y los de sus compañeros de Toro, como para apreciar su incansable actividad apostólica, los muchos compromisos y las peticiones reiteradas de bastantes señores obispos (41). A eso se añaden estas elogiosas frases del nada sospechoso Ferrer del R ío: «Sin poseer bienes temporales, colmaban los religiosos capuchinos de consuelos a todas las clases, divulgando la divina palabra, enseñando a los pobres a pacientes, y a los ricos a misericordiosos, y hasta inter­ poniendo ante los ministros el ascendiente que les daba su vida laboriosa de misioneros para remediar las necesidades públicas, patentes a sus ojos. Fray Diego de Cádiz, Fray Miguel de Santander y otros de su tiempo, labraron la viña mística afanosamente y con fruto, cruzando en todas direcciones el reino y no permitiéndose reposo por correr de provincia en provincia a las más distantes, a donde se les llamaba de continuo y les (37) Carla del cura de Burujón al Cardenal de Toledo, 22 enero 1770 (Archi­ vo Arz. de Toledo, leg. 262). (38) Carta del P. Cárdenas al Cardenal, 21 diciembre 1769 (ibíd.). (39) Carta del Cardenal al P. Provincial, 30 septiembre 1769 (ibíd.). (40) La carta del arzobispo de Santiago tiene el título: Exhortación pastoral. A mis amadas ovejas de mi ciudad y arzobispado de Santiago, con el motivo de la santa misión que se acaba de hacer (s. 1. s. a.). Está fechada el 20 de junio de 1774. (41) Cartas familiares, Madrid, 1805. Véanse, entre otras muchas, las cartas V I, V II, V III, X II. En esta última, p. 29, dice que en la misión de El Ferrol «habría com o quince mil personas escuchando a este pobre fraile».

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