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PREDICACIÓN DE M ISIONES 455 De todos modos la necesidad de que existiese ese reglamento y de que incluso cada uno de los misioneros formase su propio método de predicar y misionar, lo reconocía el P. Santander, poniendo por ejemplo y modelo al jesuíta P. Calatayud, quien lo tenía escrito para su uso particular, alegando que eran muchas y varias las circunstancias de su vida y predicación (7 ). Sin embargo, aunque el mencionado P. Santander compuso igualmente para su gobierno una especie de reglamento, en él sólo consigna varios avisos, observaciones y consejos que debía tener presente y guardar desde que salía del convento hasta el regreso, así antes como luego de las misiones, el buen ejemplo que debía dar, etc., pero en realidad tampoco puede decirse sea un exponente del modo de organizarse en la predicación de misiones, temas a tratar, cánticos, sae tas, etc. (8). 4.— No obstante lo dicho, aun sin conocer concretamente método algu no o reglamento seguido por los misioneros, si bien hay que afirmar que existieron, podemos así y todo dar bastantes interesantes pormenores sobre el tema. En primer lugar, todas las misiones, aunque fuesen en pueblos redu cidos, se anunciaban por medio de impresos, ya preparados para el caso, en los que el prelado diocesano o los propios misioneros anunciaban la misión y los días de su duración junto con las indulgencias y las condi ciones exigidas para conseguirlas cuantos asistiesen (9). La duración no era algo fijo y ya determinado; dependía del número de habitantes y también de las necesidades espirituales de los mismos; en general se prolongaban de ocho a quince días, siendo esto lo más frecuente, aunque también se dieron de cinco, de 10 y hasta de 19 días (10 ). Si se repetían todos los años, como sucedió en varias ocasiones (7) M. de S an tan der, O. F. M. Cap., Doctrinas y sermones para misión, II Madrid 1800, prólogo. ( 8 ) Ibid. Aquí pone en latín esas observaciones y pormenores para uso par ticular del P. Santander durante el tiempo que debía estar fuera predicando mi siones. Esta especie de reglamento fue publicado aparte, en librito manual, por el Padre Antonio de Barcelona, O . F. M. Cap., en Barcelona, 1922. (9) Hemos visto varios carteles impresos, de tamaño grande, en que se anuncian las misiones dadas en Toledo los años 1768, 1770 y 1771 por misioneros de Toro (Archivo arzobispal de T oledo, leg. 262). Aquí mismo se conservan otros pequeños, que debían ser comunes y llevados por los misioneros en sus correrías apostólicas; en ellos se deja en blanco el nombre del pueblo, del misionero y otros datos; llevan este texto: «M isión evangélica que por autoridad apostólica hacen los Capuchinos en la iglesia de esta... Comienza el día... del mes d e..., y se acaba el día... de... de este año 17 ...». En el mismo impreso se anunciaban las indulgencias que se ganaban por la asistencia a los actos de la misión y a los distintos ejercicios de la misma (APC, 3 /3 ). Cuando el P. Santander dio misión en la catedral de Toledo, en la cuaresma de 1802, antes de comenzar se presentaron al Cabildo cuatro ejemplares del edicto o anuncio de las misiones que serían predicadas por él (Actas Capitulares de To ledo, tomo 92, 1802, f. 228v.). (10) En el citado legajo 262 del Arch. Arz. de Toledo se conservan varias listas de pueblos misionados por los Capuchinos; los días fueron muy varia dos, 5, 11, 15, 17 y 19.
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