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VIDA E SPIRITUAL EN LA PROVINCIA 435 existían en los conventos de San Antonio del Prado, La Paciencia, E l Pardo, Vallado lid y Salamanca, por no citar otros (15 ). Aparte de eso la provincia de Castilla contaba con una excelente colección de cuadros de los religiosos más distinguidos y de los principales santos de la Orden; se debía a la munificencia del duque de Medinaceli y desde 1742 ador naban los claustros conventuales. No sólo llevaban el grabado sino tam bién un resumen de su vida, en el que se hacía resaltar aquello en que particularmente habían sobresalido. En ellos figuraban, con San Francisco, otros santos y mártires franciscanos o capuchinos, al igual que numerosos religiosos, entre los que citamos el P. Diego de Quiroga, P. José de Carabantes, Fr. Francisco de Pamplona, P. Pablo de Colindres, etc., y asi mismo los ejemplares Hermanos Fr. Ignacio de Zamora y Fr. Baltasar de T reviño, que vivieron a mediados del siglo x vm y de los que más tarde nos ocuparemos (16). Hicimos notar ya en otro capítulo cómo en las huertas de nuestros conventos se acostumbraba a tener, bien en los paseos laterales o en los caminos del centro, pequeñas capillas o ermitas, a fin de que los reli giosos, al propio tiempo que dedicaban algún tiempo a la expansión o descanso, pudiesen encontrar motivo de fomentar juntamente su devo ción y piedad. Por eso mismo se ordenaba en el Ceremonial seráfico de 1774 que el Hermano hortelano, «para edificación y ejemplo de los que entrasen en la huerta, tendrá algunas ermitas pobres y devotas con imá genes de Cristo o de su Madre, poniendo también a trechos en las calles (caminos), algunas cruces, para que muevan a devoción a todos». Más aún: el día de inauguración del curso estaba dispuesto que el Lector dijese misa del Espíritu Santo «en la ermita que suele haber en la huerta o en la iglesia» (1 7 ). A sí sabemos era sumamente devota y de buenas proporciones la ermita existente en la huerta conventual de E l Pardo, donde se veneró la artística imagen de Nuestra Sra. de la Paz hasta fines del siglo x vm y pos teriormente otra de San José. Igualmente en la huerta del convento de San Antonio del Prado existió otra muy devota dedicada al Ecce Homo (18 ). Y así pudiéramos decir de otros conventos. Ese mismo espíritu de piedad se reflejaba en las décimas o quintillas que podían leerse en las porterías, en los claustros e incluso en los cemen- (15) Así consta en los inventarios de dichos conventos hechos por el go bierno intruso en 1809 (AGS, Gracia y Justicia, 1247). (16) No pocos de los impresos que irían al pie del respectivo grabado se encuentran en A rchivo de los Duques de Medinaceli, Medinaceli, leg. 223, n. 18 (17) Ceremonial seráfico, II, 203, 213. (18) Hemos visto un papel ms. «G ozos al Ecce H omo de la huerta de Ca puchinos de San Antonio del Prado» (letra del s. x vm ), cuyo estribillo era: D ios, por vuestra Pasión llena, a vos, Padre, atan crueles los sayones inhumanos siendo sus pechos tiranos más duros que los cordeles.
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