BCCCAP00000000000000000000156
2 6 LA PROVINCIA DE FF . MM. CAPUCHINOS DE CASTILLA vento de La Paciencia, estaba agonizando en él el P. Bernardino de Madrid, Ex-Provincial, Predicador del rey y misionero apostólico; a su celda condujo en seguida el marqués de Priego, por la estima que le tenía, al P. General, y, habiendo fallecido a las doce y media de la noche, dicho marqués convidó al entierro a toda la grandeza «para que el P. General conociese el aprecio que hacían de los Capuchi nos» (12). Hechos los cumplimientos con los reyes y tras de un mes pasado en Madrid, el P. General se dirigió el 24 de agosto a El Pardo, y de aquí a visitar El Escorial. Continuó a Segovia a efectuar la visita y luego a Valladolid, adonde acudieron varios religiosos de los conventos de Salamanca y Toro; posteriormente hizo la visita en Alcalá, adonde invitó a los del convento de Jadraque, y más tarde marchó a Cubas, en cuyo convento recibió los religiosos de Toledo, Villanueva y Esqui- vias. Seguidamente envió cartas citatorias para celebrar Capítulo que presidió y que tuvo lugar en el convento de La Paciencia el 27 de septiembre; el 12 de octubre partía para la provincia de Andalucía, acompañándole algunos religiosos de Castilla hasta trasponer Sierra Morena ( 13 ). En el expresado Capítulo salió elegido Provincial el P. José de Val- deras, a quien los vocales dieron unánimemente sus votos, aunque no era del gremio capitular. Se encontraba entonces de residencia en Valla dolid, dedicado por entero a la predicación de misiones populares, apos tolado al que venía especialmente consagrado ya desde 1688 ( 14 ). No conocemos las ordenaciones dadas por el P. General al término de su visita a los conventos de Castilla. Seguramente fueron las mismas que se dieron con ocasión del Capítulo y que ciertamente fueron apro badas por él. Tampoco sabemos el contenido de éstas, aunque podemos deducirlo, en parte al menos, de las que se dieron luego en 1725 . De todos modos, unas y otras iban dirigidas a la más pura guarda de la Regla y Constituciones y a la más estrecha observancia; se trataba tam bién en ellas de la educación y formación de los jóvenes, así como del apostolado del confesonario ( 15 ). Nada debe extrañarnos se insistiese tanto en la observancia regular, después de lo dicho en otra parte y examinadas las fatales consecuencias de la guerra entre los mismos religiosos. Seguían, por desgracia, come tiéndose no pocos abusos en ese particular y, no obstante que no poda mos citar hechos concretos por lo que respecta a los Capuchinos de Castilla, sí es un índice demostrativo de lo que en general sucedía, la determinación tomada por el Nuncio, quien, además de intervenir direc tamente, dio un decreto (13 de septiembre de 1717 ) «para que los (12) VA, 141-2; cfr. también lo dicho en el tomo I, 385. (13) Ibícl., 143-4. (14) Ibíd., 145; ED, 145; cfr. asimismo t. I, 238, 242, 330. (15) ED, 155; cfr. las citadas ordenaciones (APC, 6/5).
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz