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F IN DE LA GUERRA Y RESTABLECIM IENTO DE DISCRETOS 25 por esas mismas fechas, que el P. General de los Capuchinos, después de visitar los conventos de su Orden en Flandes y Francia, había deci­ dido hacer lo propio en España, agregando, entre otras cosas, que los Capítulos eran inválidos, los religiosos se encontraban dispersos y deste­ rrados y que la observancia estaba muy en decadencia, lo que era patente en la corte y otras muchas partes (6). Y que realmente había bastantes religiosos fuera de sus conventos, desterrados al extranjero o en otras provincias, lo hemos visto en capítulos anteriores. Para hacer más fuerza y tener el terreno mejor preparado, el mismo Papa Clemente XI dirigió a Felipe V un breve (6 de abril de 1715 ), en el que recomienda al P. Ragusa y le expone sus deseos de que le asista y ayude en el asunto de su visita ( 7 ). Entretanto que el P. General se disponía a llegar a España, Felipe V levantaba el castigo a los deste­ rrados del territorio nacional o de sus conventos. De ese modo regre­ saron a su provincia de Valencia los que de ella se encontraban en Castilla desde 1706 , y también los castellanos que seguían aún en Andalucía o Navarra (8). Por fin, el P. Ragusa anunció desde Marsella (9 de mayo de 1715 ) que se embarcaría rumbo a España en los primeros días de junio, hacién­ dolo el 9 ó 10 de este mes. De Marsella se dirigió en barco a Barcelona, y desde aquí a Valencia; por tierra y desde esta ciudad emprendió su viaje directamente a la corte a presentar sus respetos al Rey ( 9 ). Justa­ mente un mes antes de su arribo fallecía en Madrid el P. Provincial de Castilla, Juan de Pesquera, quedando al frente de ella el P. Diego de Castrillo, quien en calidad de Vicario provincial puso la primera piedra de la nueva iglesia de San Antonio del Prado el 5 de julio ( 10 ). Por fin, el 22 de julio llegaba a la capital el P. Ragusa. Su viaje desde Valencia a Madrid, el grandioso recibimiento que se le hizo, su visita a los reyes y su cobertura de Grande de Primera Clase, el 26 de julio, acto al que asistió toda la grandeza, son relatados por el cronista de Castilla con todo lujo de pormenores, los que igualmente fueron recogidos en una carta impresa que se publicó en Madrid poco des­ pués ( 11 ). Otro pormenor que anotó el cronista fue que, en el momento de llegar el P. General, a las ocho de la noche del 22 de julio, al con- ( 6 ) Ibidem. (7) El original de este Breve y su traducción se conservan en AGS, Estado, legajo 4763. ( 8 ) VA, 137. (9) Ibidem., 138. (10) Ibíd., 139. (11) Ibíd., 139-142. Cfr. Melchor de Pobladura, O. F. M. Cap., Los Generales de la Orden Capuchina Grandes de España de Primera Clase, en Collectanea Franciscana, 13 (1943), 290-91, donde se copia parte de lo consignado en el Viri- dario. La carta a la que se alude lleva este título: Copia de carta de D. ¡ayme Serra, escrita a Don Alonso de Montes, dada a la estampa por el mismo Don ¡ayme, en que le refiere la entrada en esta Corte, y besamanos a sus Majestades del Reverendissimo Padre General de los Capuchinos, impreso (s. 1. s. a.).

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