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V O C A C IO N E S Y FO RM A C IÓ N 4 1 7 consecuencias q u e se seguían, d eterm inó qu e todos los coristas, u n a vez term in ad o el noviciado y hecho la p ro fesión, fuesen indefectiblem en te d estinados al conv en to de La Paciencia, y, si no era su ficien te dicho con­ vento p o r el núm ero de ellos, los restan tes fuesen colocados en el de Jad raqu e. Su v id a allí estaría d ed icad a en p rim e r lug ar a la form ación esp iritu al de los m ismos. P ara eso el P. D irecto r del S em inario ten ía la obligación de dirigirles d iariam en te u n a plática, a la que asistirían asi­ m ismo los herm ano s qu e no hub iesen cum p lido aun cu a tro años de h áb ito . Esa p lá tic a v ersaría acerca de la Regla, cerem onias, obligaciones p rop ias, etcétera. A l estud io y m uy p articu la rm en te al repaso del latín se destina­ b a n adem ás dos h o ras d iarias de clase. P o r o tra p arte , p ara fom ento de la p ie d ad , te n ían qu e rec itar el O ficio p arvo de la Sma. V irgen. El tiem po restan te se em plearía en ejercicios religiosos y honestos, como lav ar, b a rrer, coser, cu ltiv a r el ja rd ín , a d o rn a r los altares y lim p iar el convento. En resum en , la v id a de los qu e allí estuviesen destinado s, d ebía deslizarse en el estud io , fo rm ación , retiro y recogim iento, sin p erm itírseles tam poco trato con los restan tes m iem bros de la com un id ad ; n i siqu iera pod ían acom p añ ar a los P adres en sus salidas de casa. Como ya dijim os, en el convento de La Paciencia o tam b ién en el de Jad raq u e, te n ían qu e ser colocados todos los coristas al sa lir del novi­ ciado, y d e nuevo p ro b ad o s lo m ismo en o rd en a su religiosidad qu e a su talen to y aplicación al estud io . De tal m odo qu e sólo p o d rían p asar más ta rd e a c u rsa r filosofía aquellos qu e «se reconocerán , p o r in form e o exa­ m en, dignos y capaces, excluyendo a los qu e no lo fu eren» (33). R especto de los H erm ano s tam b ién dispon ía el P. C olindres que, con objeto d e que u lte rio rm en te supiesen d esem p eñ ar en los conventos todas las o ficinas, y no hub iese necesidad d e qu e los coristas se ocupasen en ellas, d u ra n te el año d el nov iciado d ebían ir tu rn án d o se en las m is­ m as (34). A l em itir sus votos, era n enviados ind istin tam en te a cu alqu ier convento , pero allí se c o n tin u aría del m ismo m odo su educación y fo rm a­ ción. A tal fin estab an obligados a asistir d ia riam e n te a las p láticas que el P. D irec to r de los nuevos d irig ía a los co ristas, o que el P. V icario del conven to tenía a su vez oblig ación de hacerles (35). Los m ismos H erm ano s, en el desem peño de las oficinas, serían ayu­ dados en ad elan te no p o r coristas o estud ian tes sino p o r P ad res jóvenes, sobre todo p o r aqu ello s que no se ded icab an a la p redicación especial­ m ente, como era n los P ad res llam ados «sim ples», que no te n ían títu lo de p red icado r. De todos modos, en esos tres años po sterio res al noviciado, estab an sujetos en un todo al P. V icario qu e d eb ía cu id ar de ellos con el m áxim o in terés (36). (33) Cfr. Compendio de las ordenaciones generales, cap. X I,y Ceremonial seráfico, I, 56-61. El examen prescrito antes de pasar a filosofíaera ya norma observada con anterioridad. (34) Ordenaciones del P. Colindres, de 1763, ya citadas, n. 17. (35) Ceremonial Seráfico, I, 58. (36) Cfr. Compendio de las ordenaciones generales, cap. XI. 27

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