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24 LA PROVINCIA DE FF. MM. CAPUCHINOS DE CASTILLA nuevo, se inaguraron en el mes de noviembre y los religiosos regresaron a ellos. Las dificultades y sufrimientos que, aparte de otras causas, fueron motivados por las obras, tuvo que soportarlas principalmente el P. Pro vincial, Juan de Pesquera. Este, según anotamos también, deseoso de complacer al P. General, Miguel Angel de Ragusa, había pedido en 1712 permiso a Felipe V para que aquél pudiera venir a España a efectuar la visita, lo que le fue denegado a causa de la rotura de relaciones entre España y Roma ( 1 ). Pasados dos años, volvió el P. General a solicitar la misma gracia, al encontrarse en Francia visitando los reli giosos de esta nación. Para conseguir mejor su intento, se valió de Luis XIV , quien dirigió una carta a su nieto Felipe V (14 de julio de 1714 ), poniendo en ella de relieve la personalidad del P. Ragusa y sus deseos de venir a España con el expresado intento ( 2 ). Por fin, Felipe V accedió a lo solicitado, y el 26 de enero de 1715 escribía al P. General una carta con la autorización para entrar en España ( 3 ). A propósito de tal visita, el P. Ragusa, que durante su gobierno visitó nada menos que 34 provincias, quería hacerla como uno de sus deberes de Superior de la Orden, y más principalmente por la persua sión que tenía de que los religiosos la necesitaban en aquellas especiales circunstancias. Nadie desconoce que las guerras llevan siempre consigo la relajación de costumbres, y asimismo, por lo que a los religiosos atañe, la decadencia e incluso relajación de la observancia regular. Y eso era justamente lo que había acontecido en nuestra patria con la guerra de sucesión. En efecto. Ya el Nuncio del Papa en Barcelona, es decir, cuando éste reconoció al de Austria por legítimo rey de España, escribía al secre tario de Estado (24 de septiembre de 1711 ) y le decía que en aquella ciudad se encontraban numerosos religiosos, sobre todo dominicos y franciscanos, allí llegados de diversas partes de la Península, pero que no querían en manera alguna ir a sus conventos, aunque agregaba que tampoco eran bien recibidos por los superiores de los conventos de la Ciudad Condal ( 4 ). Por otra parte, el mismo Felipe V, al autorizar al P. Ragusa a pasar a España (26 de enero de 1715 ), confesaba que la visita era necesaria, puesto que la observancia regular se había relajado notablemente en los años pasados ( 5 ). Y a su vez el propio Nuncio comunicaba a Roma, (1) VA, 108; la minuta de la contestación de Felipe V se encuentra en AGS, Gracia y Justicia, leg. 644. (2) La carta de Luis X IV (14 julio 1714) se encuentra también en AGS, ibidem. (3) Cfr. VA, 136. Las cartas del rey y del P. Provincial a este respecto se encuentran en el Archivo Vaticano, Nunziatura di Spagna, Apéndice, voi. V ili, P. I, fase. 5. (4) Carta del Nuncio al secretario de Estado (24 septiembre 1711) (Archivo Vaticano, Nunziatura di Spagna, v. 205, f. 196). (5) Ibid., Apéndice, voi. VIII, P. I, fase. 5.
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