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VO C A C IO N ES Y FO RM A C IÓ N 4 1 3 o noviciado propiamente dicho no comenzaba a computarse hasta tener esa edad. Por cierto que no era raro, obedeciendo a diversos motivos, el que así se hiciese, en Castilla y también en otras provincias. Tenemos el caso del Beato Diego José de Cádiz, que tomó el hábito religioso en Sevilla el 12 de noviembre de 1757, cuando contaba 14 años, 7 meses y 13 días, por lo que se añade en el acta: «Empezó a contar su año de noviciado desde el 31 de marzo de este mismo año de 1758» (13). Otro tanto sucedió con el futuro obispo de La Habana, Jacinto María de Peña- cerrada, a quien se dio el hábito el 15 de agosto de 1825, en Deusto, cuando sólo tenía trece años; lo mismo que al P. Sebastián de Marañón, que vistió la seráfica librea el 7 de septiembre de 1825, a los 14 años y 10 meses, por lo que el Maestro de novicios añadía en el acta: «Cumplió los 15 años el día 17 de noviembre; de consiguiente desde este día se cuenta el año de noviciado» (14). 3.— Desde entonces, es decir, a partir del acto de tomar el hábito capuchino entraba el aspirante o candidato en el año de prueba y bajo la plena vigilancia y cuidado del Maestro de novicios, a quien competía su instrucción y probación. E l noviciado duraba un año entero y seguido, «contando — según decía taxativamente el Ceremonial— , desde el instante en que se vistió el hábito hasta el instante del año siguiente» (15), a no ser que aquél se hubiese recibido antes. De todos modos la profesión debía hacerse a los 16 años cumplidos. Sin embargo así como se dieron casos en que el noviciado se prolongó hasta dos años (16), también, por motivos especiales y obtenida dispensa, algunos fueron admitidos a la profesión al medio año de prueba, como sucedió con los PP. Pablo de Colindres, Matías de Marquina y Antonio Félix de Aguilera, entrados ya de edad avanzada y con méritos excepcionales (17). No sólo el Maestro de novicios sino también cuantos religiosos com- (13) S e b a s t iá n d e U b r iq u e , O . F. M . C ap., Vida del Beato Diego fosé de Cádiz, I, Sevilla 1926, 16. (14) C fr. Libro de entradas de los novicios en este convento de la SSma. Tri­ nidad de Deusto y ordenado casa de Noviciado por la Ra. Definición siendo Pro­ vincial N. M. R. P. Fr. Lino de Cantalapiedra... Da principio este año de 1825, ms., ff. 5, 8-9 (A P C , 2 1 /1 ). (15) Ceremonial seráfico, I, 14. (16) A sí se afirma su cedió con el P. M iguel de Santander, alegando unos se ob ró así co n él para que dom inase el genio fuerte que tenía, m ientras que aseguran otros fu e para que sirviese de m od elo a los n ovicios. (17) A sí se h izo efectivam ente co n el P. C olindres, hom bre ya form ad o y que había sido D octoral de Salamanca y Catedrático de la Universidad, al igual que con el P. M arquina, abogado de fam a antes de tomar el hábito; am bos profesaron al m edio año de noviciado. O tro tanto se hizo co n el P. A n ton io Félix de A guilera, que vistió el hábito en 1726, p or ser sumamente fervoroso, ejem plar y penitente. Más tarde decayó de aquel prim itivo fervor e incluso se fu g ó del con ven to en 1733. A rrepentido luego, regresó y llevó en adelante vida llena de virtudes, en tanto grado que sobre su sepulcro se escribió este glorioso epitafio: «A q u í yace el P. A n ton io de A gui­ lera, M isionero A p ostólico y ejem plarísim o en tod o género de virtudes. R . I. P .» Falleció en Segovia el 21 de ju lio de 1762.

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