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4 0 6 LA PR O V IN C IA DE F F . M M . C A PU C H IN O S DE C A ST IL L A ción. Por eso al aceptar una cuaresma, misión, novena o sermón, sobre todo si esos compromisos eran anualmente fijos, se concertaba de ante mano lo que darían los Ayuntamientos o cofradías interesadas. No obstante que se tenía gran cuidado en conservar en su pureza la observancia de la Regla y Constituciones, guardar la perfecta vida común y fidelidad a la santa pobreza, fácilmente se ofrecían ocasiones de abusos y quebrantos. Por eso el P. Colindres concretaba en las ordena ciones dadas a la provincia, cuanto era preciso tener en cuenta en ese punto particular. Prohibía que ningún religioso retuviese limosnas pecu niarias y además que los limosneros no llevasen consigo a nadie para recoger los donativos que pudiesen darles; incluso que no se pidiesen varias limosnas para el mismo día, como tampoco pollos o cosas exqui sitas o frutas de subido valor. Y sobre todo que no se permitiese en los conventos, colmenas, palomares, conejos o hatos de carneros, a excepción de E l Pardo, donde autorizaba tener hasta 50 carneros para carne de la comunidad, por razón de poder pastar en el monte (49). Aparte de eso en los conventos de E l Pardo y La Paciencia, por ser de fundación real, se recibían frecuentes limosnas con destino a los religiosos y al culto. Además, los reyes habían ordenado se diese lo necesario al sostenimiento de los de E l Pardo, aumentando las raciones a medida que fuese mayor la comunidad. Algo parecido sucedía en el de Jadraque, fundación del duque del Infantado, que se comprometió a dar cada año 11.500 reales vellón para la manutención de 18 a 20 religiosos, a condi ción de que éstos atendiesen espiritualmente a los vecinos de la villa. Sobrada debía resultar esa cantidad por cuanto el obispo de Sigüenza informaba que, aunque la comunidad fuese más numerosa, tendría sufi ciente, añadiendo este interesante pormenor: que, en caso de sobrarles, lo repartían a los pobres (50). Por fortuna se ha conservado la casi totalidad de las ordenaciones dadas por los superiores de la provincia a través del siglo x v in y hasta 1836. Su lectura lleva a la convicción de que fueron grandes los esfuerzos de cuantos rigieron sus destinos, encaminados a sostener en todo rigor la observancia regular, la vida común y pobreza, y, con machacona insis tencia, la puntual asistencia a los actos de comunidad, principalmente al oficio divino día y noche y a la oración. A l rezo de maitines a media noche se concedió siempre en la Orden gran importancia y sobre su conservación y observancia insistieron mucho los superiores. Sin embargo, en atención a los fuertes fríos del invierno y a los intensos calores en verano, se hizo en cierto modo forzoso en algunos conventos la dispensa circunstancial algunas temporadas o el uso de la alternativa en otras (51). Pero tales dispensas fueron amplián- (49) C fr. Compendio de las ordenaciones del P. Colindres, ya citado, capí tulos IV y V . (50) Inform e del obisp o de Sigüenza, nota 38. (51) A sí el 12 de enero de 1709 el D efin itorio determ inó qu e, en atención a la intensidad del frío, se usase de la alternativa en invierno (V A , 96).
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