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R É G IM E N Y VID A C O N V EN TU A L 4 0 3 Finalmente, en todas las comunidades castellanas se tuvieron criados, cuyos servicios eran prestados en la huerta, para hacer recados, conducir el carro del convento, acompañar al limosnero en sus salidas, sobre todo por los pueblos. E l P. Torrecilla hace mención de ellos en 1701 (36) y en las otras provincias se tenían también (37). 6.— Tratando ahora de estudiar más en particular la vida de las comu­ nidades conventuales de Castilla en este tiempo que historiamos, hacemos notar en primer término que fueron bastante numerosas hasta la guerra de la Independencia, en que, por las causas expuestas anteriormente, algunas disminuyeron notablemente y otras se redujeron al número más preciso de religiosos, como se deduce de las estadísticas consignadas en la primera parte. Así, por citar un caso determinado, el convento de Jadraque, uno de los de menos importancia, tenía, en 1765, 17 Padres, 2 Hermanos y varios donados (38). Asimismo pasaban de 15 los reli­ giosos existentes en Esquivias, Navalmoral, Cubas, Calzada de Calatrava y Villarrubia de los Ojos, conventos que eran secundarios. En cambio los de La Paciencia, E l Pardo, Toledo, Segovia, Valladolid, Salamanca y Alcalá, por ser conventos de estudio o noviciados, el número de reli­ giosos se acercaba a los cuarenta, como igualmente en el de Toro y Bilbao o Deusto, sobresaliendo entre todos el de San Antonio del Prado, donde había también estudiantes y que pasaban de 60. De todos modos fue este convento el de mayor preponderancia por ser residencia del P. Pro­ vincial, enfermería de casi toda la provincia y además cárcel de cuantos eran juzgados o castigados. Contaba con 96 celdas, al que seguía La Paciencia con 54, llegando en ocasiones a reunirse hasta 80 religiosos en el primero, y 45 en el segundo (39). Las ocupaciones de unos y otros quedan suficientemente especificadas a lo largo de las páginas de la primera parte; van asimismo señaladas con precisión en el Ceremonial seráfico de 1774. No obstante queremos anotar que las de los Padres se reducían al apostolado de la predicación tanto de sermones sueltos como sobre todo de cuaresmas, misiones, nove- (36) M . d e T o r r e c i l l a , O . F. M . Cap., Apologema, espejo y excelencias de la Seráfica Religión de Menores Capuchinos, M adrid 1701, 484, 487, donde habla de los m ozos o criados que había en los conventos de Segovia y V illanueva del Cárdete. (37) La provin cia de Navarra determ inaba en 1731 se pagase salario a los criados para que fuesen fieles y acom pañasen al lim osnero ( Catálogo , ms. c., 224). (38) Inform e del o b isp o de Sigüenza al n u ncio de España, 6 abril 1765 (A r­ ch iv o V aticano, Nunziatura di Madrid, busta 125, f. 129). (39) Inform e del P. Ignacio de Cantalpino, Guardián de San A n ton io del Prado, 13 m arzo 1809 (A G S , Gracia y fusticia, 1248). La distribución de los reli­ giosos de la p rovin cia, en m ayo de 1809, era: San A n ton io del Prado, 67; La Paciencia, 35; El Pardo, 29; T o le d o , 31; V alladolid, 29; Segovia, 34; Salaman­ ca, 16; T o ro , 19; Cubas, 12; A lcalá, 16; V illarrubia, 8; V illanueva, 9; Laguar- dia, 11; Jadraque, 11; T arancón, 13; E squivias, 15; N avalm oral, 11; Calzada, 10; R ueda, 12; D eusto o B ilbao, 13; Cantalapiedra, 11 (In form e del V icario G ene ral, P. M ariano de Bernardos, 25 m ayo 1809, al gobierno intruso, A G S , Gracia y Justicia, 1265).

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