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CAP ITULO X X X I V 1. La vida religiosa en este cuarto de siglo. — 2. La predicación durante ese lapso de tiempo. — 3. Religiosos ilustres: escritores. — 4. Estadís­ ticas aleccionadoras. 1. Viene a ser este último capítulo un resumen de la vida religiosa en la provincia y al mismo tiempo una mirada retrospectiva a lo suce­ dido en esos veinticinco años que siguieron a la invasión francesa y precedieron a la exclaustración. Por lo mismo es forzoso resaltar algu­ nos puntos y destacar varios hechos para sacar conclusiones prácticas y lecciones provechosas que de continuo nos da la historia. Es en primer término la trayectoria seguida por los religiosos en su vida y en su actuación. Las guerras traen siempre para la religión lo mismo que para la moral lamentables y a veces terribles e irreparables consecuencias, y otro tanto debe afirmarse respecto de la vida religiosa. A la imperiosa necesidad de dispensas en la observancia, sigue fácil­ mente la tibieza, y tras ésta viene la relajación. Tiene esto lugar muy principalmente cuando las causas perduran o se continúan por mucho tiempo; cuando esto sucede, el mal se hace funesto, perjudicial y quizá también irremediable. Así sucedió con las Ordenes religiosas en España a partir de la gue­ rra de la Independencia, y los Capuchinos no supieron tampoco evadir esas terribles consecuencias. Al ocupar las tropas francesas gran parte del suelo patrio, los religiosos se vieron forzados a dejar sus conventos, sus hábitos, la vida regular; por tanto, sin observancia de ninguna clase, tal vez sin sujeción y en muchas ocasiones tomándose obligadas dispensas de lo prescrito en la Regla y Constituciones, como era el manejar dinero, el apropiarse de cosas para uso particular, el andar a caballo, etc. Cuando aún no se había puesto adecuado remedio a los males que en este orden de cosas trajo consigo la invasión francesa, vino a distan­ cia de pocos años el largo período constitucional. Si los franceses habían obligado a los religiosos a dejar el claustro, despojarse del hábito, llevar vida aparentemente secular, al fin de cuentas la inmensa mayoría lo tomó como una imposición extranjera, forzada, y lo toleró con amar­ gura y dolor. Las medidas dictadas por el gobierno intruso perjudica­ ron notablemente los intereses materiales de los frailes, desaparecieron de sus conventos e iglesias múltiples y valiosas obras de arte; al mismo R e s u m e n d e v e in t ic in c o a ñ o s d e h is t o r ia 24

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