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3 6 6 LA PROVINCIA DE FF. MM. CAPUCHINOS DE CASTILLA El P. Alcaraz partió luego rumbo a la Ciudad Eterna. Después de un viaje azaroso y lleno de graves peligros, arribó a Liorno el 11 de julio, notificando desde allí a los superiores de Roma su viaje y la mi­ sión encomendada (36). Tan pronto como se entrevistó en Roma con el P. Vicario general y Definidores, se apresuró a informar de todo al Padre Juan de Valencia. Este, a su vez, informaba poco después al P. Vicario general de la situación de España. Le refería cómo por decreto de la reina gober­ nadora habían sido extinguidos más de 900 conventos, entre ellos 28 ca­ puchinos; contra otros se había cebado la rabia de los enemigos, incen­ diando algunos, devastando otros, destrozando no pocos bienes e incluso matando cruelmente a varios religiosos. Agregaba que no pocas casas religiosas habían sido clausuradas, viéndose obligados los frailes a salir de ellas y quitar el hábito, y que él mismo se vio precisado a buscar refugio fuera del convento. Termina recomendándole que recibiese be­ nignamente a cuantos religiosos emigrasen a Italia, en vista de las cir­ cunstancias tan llenas de peligro (37). Consciente por eso mismo de lo que pudiera ocurrir, nombró poco después al P. Fermín de Alcaraz su comisario y agente en Roma para que tratase los asuntos de las provincias españolas con la Santa Se­ de (38). Así lo hizo el P. Alcaraz, sirviendo también de enlace para con los superiores de la Orden; pero pasado cierto tiempo, decidieron éstos recurrir al Papa exponiéndole que, en vista de las grandes y casi insuperables dificultades para reunir el Capítulo general, se dignase designar un Comisario que, con la ayuda de dos consejeros, tuviese a su cargo el gobierno de las provincias españolas (39). Por su parte, el Padre General, Juan de Valencia, se dirigía igualmente a Gregorio XVI, en diciembre de 1835, exponiéndole la triste situación de los religiosos en España, afirmando que los conventos capuchinos de Andalucía, Cata­ luña y Valencia habían sido abandonados y que de los 116 que tenía la Orden en la península sólo quedaban diez o doce en las restantes provincias de Castilla, Aragón y Navarra. Por eso le pedía que, en atención a no poderse celebrar Capítulo para la elección de Vicario general para los Capuchinos españoles, hiciese el nombramiento por decreto, después de oír al P. Fermín de Alcaraz, a quien había enviado a Roma por su comisario (40). Ante situación tan caótica y llena de conflictos, Gregorio XVI resol­ vió la cuestión del Capítulo prorrogando, a través de la Congregación (36) Carta del P. Alcaraz, 11 julii 1835 (íbíd.) (37) Carta del P. Juan de Valencia, In agro Murciensi, 31 augusti 1835 ( ibíd.). (38) Carta del P. General, Murciae, 17 septembris 1835 (ibíd.) (39) Súplica de los superiores de la Orden al Papa, Romae, 3 novembris 1835 (ibíd.) (40) Carta del P. General, Juan de Valencia, al Papa, In agro Murciensi, 8 decembris 1835 (ibíd.)

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