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CASTILLA DESDE 1 8 3 0 HASTA LA EXCLAUSTRACIÓN 3 6 5 Fue ese triste suceso preludio de la tremenda y dolorosa tempestad que no terminaría sino con la supresión de los religiosos en España. Aunque de momento no se registraron otros atropellos, la revolución avanzaba y tomaba posiciones. Los gobernantes se sucedían rápida­ mente, guiados algunos del buen deseo de encauzar la revolución, y así llegó el 4 de julio de 1835, en que se da el decreto de extinción de la Compañía de Jesús, y el 25 se suprimen todos los conventos que no tuviesen 12 individuos profesos, debiendo ser dos tercios de coro. A eso se siguió en Barcelona, Zaragoza, Murcia y Valencia y en algunas otras partes el asalto a los conventos, viéndose obligados los religiosos a refu­ giarse en casas particulares y vivir de la caridad. Finalmente, Mendi- zábal daba el golpe fatal de gracia, decretando el 11 de octubre de aquel mismo año 1835 la supresión de todas las Ordenes religiosas, cuyos miembros no se dedicasen a la enseñanza de niños pobres o a la asistencia de los enfermos; se conservaban también aquellos conventos que eran centro de preparación para los misioneros de Filipinas. Tal decreto fue completado con otros dados el 19 de febrero, 5 y 9 de marzo de 1836, por los que se suprimían los conventos de religiosos varones y se declaraban en venta todos sus bienes. Así se consumó el crimen de la supresión y exclaustración de las Ordenes religiosas y co­ menzaba la obra destructora de la revolución. 7. Por lo que a los Capuchinos se refiere, y más en concreto a la provincia de Castilla, nada anormal se advierte a lo largo de 1834. Extraña además que incluso se celebrase la Congregación intermedia en el convento de San Antonio el 24 de abril de 1835, haciéndose la elección de superiores locales con la acostumbrada regularidad; toda­ vía en julio hay algún nuevo nombramiento (34). Pero las cosas mar­ chaban de mal a peor; en vista del cariz de los acontecimientos, el Padre General, Juan de Valencia, decidió enviar a Roma al P. Fermín de Alcaraz, religioso de Castilla, de indiscutible valer. El 23 de mayo de 1835 le enviaba la obediencia para realizar el viaje y al mismo tiempo letras comendaticias para el Cardenal Protector, Vicario general y Definidores. La finalidad de su misión era buscar y discutir las medi­ das necesarias para la celebración del próximo Capítulo general, y, por lo que a España se refería, prevenir se repitiesen los recursos y recla­ maciones habidas en años pasados. Añadía con dolor: «No se apartarán de este su pésimo camino los que en esta triste tempestad, prefiriendo sus intereses particulares al bien común de la Orden, suscitaron recla­ maciones, disensiones y recursos; no obstante que fueron rechazados por los tribunales, produjeron con todo incontables males y escándalos, dignos de ser llorados» (35). (34) ED, 330-31. (35) Carta del P. General al P. Fermín, In hoc nostro Murciensi conventu, 23 mají 1835 (Arch. Gen. de la Orden, G-62). La reproduce también el P. Pobla- dura, De Superiorum Generalium electione, 284. En el Archivo General hay va­ rios documentos relativos a esas dudas sobre la celebración del Capítulo y de las circunstancias en que debía tener lugar.

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