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EPOCA SEPTIMA F in a l d e l p e r ío d o c o n s t it u c io n a l h a s t a l a e x c l a u s t r a c ió n CAPITULO XXXII D e s d e 1823 h a s t a e l C a p í t u l o g e n e r a l d e 1830 1. Situación de Castilla a mediados de 1823. — 2. Elección de Vicario general para los Capuchinos españoles. — 3. El P. Lino de Cantala- piedra, Provincial de Castilla. — 4. Visita del P. Vicario general: medidas contra la relajación. — 5. Provincialato del P. Cipriano de Palencia. 1. Forzoso es confesar que las Ordenes religiosas sufrieron en España un primer y rudo golpe con la invasión francesa, y un segundo, tan fuerte o más que el primero, a consecuencia del desastroso período constitucional. Si poco después de la guerra de la Independencia pedía el P. Solchaga protección real para llevar a cabo la reforma de la obser­ vancia regular entre sus religiosos, al finalizar el período constitucional se proponía acabar con las relajaciones introducidas en aquellos aciagos años contra la Regla y Constituciones capuchinas. Por desgracia, la muerte segó su vida y los proyectos todavía en flor. Si examinamos las cosas bajo el punto de vista del personal, en Castilla murieron en esos tres años bastantes religiosos, contándose entre ellos algunos superiores locales, y se secularizaron también varios ( 1 ). Además, de los superiores de la provincia quedaban sólo el P. Provin­ cial, Justo de Madrid, y el segundo Definidor, P. Antonino de Toro (2). A eso se añadió la muerte del P. Solchaga, que creaba a los religiosos, e incluso a las autoridades eclesiásticas y civiles, un conflicto grave del que se percataron unos y otros, puesto que el P. Solchaga no había terminado aún el tiempo reglamentario de su generalato. Por ese motivo, a los siete días de su fallecimiento, los mencionados Padres Justo y Antonino enviaban a Roma una carta explicativa de la situación, refiriendo las calamidades pasadas y pidiendo al propio tiem­ po al Papa se dignase nombrar un Vicegerente del P. General fallecido, (1) ED, 314. (2) En las tablas capitulares y en otros varios documentos aparece este reli­ gioso con el nombre de Antonio, pero él se firma Antonino.

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