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16 LA PROVINCIA DE FF. MM. CAPUCHINOS DE CASTILLA corte. Por tal motivo no le fue posible salir de Madrid para hacer la visita a los conventos personalmente, efectuándola por medio de los Definidores ( 24 ). Y el alto concepto que de él se tenía, lo patentiza bien el cronista al anotar que, en el Capítulo sexquienal o intermedio de 1707 , al ser reelegido para el mismo cargo «renunció con increíbles instancias, pero no fueron bastantes — añade— para que se le admitiese la renun cia, atendiendo el Capítulo a la singular prudencia, caritativo celo, acierto y necesidad de su persona para el ministerio por las urgencias del tiempo» ( 25 ). Terminamos haciendo resaltar que también él se mostró de criterio amplio de conceder licencias a los Padres que habían cumplido la edad competente para confesar seglares ( 26 ). Le sucedió el P. Mateo de Consuegra, quien había ingresado en la Orden en 1681 y ordenádose sacerdote en 1684 . Los cargos que hasta entonces había desempeñado fueron los de guardián de los conventos de Valladolid, Toledo y El Pardo, así como los de definidor y custodio. Siendo custodio asistió, en 1702 , al Capítulo general, e igualmente ahora, al que tuvo lugar en mayo de 1709 , obteniendo once votos para definidor general. Para asistir a este Capítulo salió de Madrid en el mes de enero. Poco después (22 de febrero de 1709 ) Felipe V rompía las relaciones diplomáticas con el Papa, expulsaba al Nuncio y cerraba la nunciatura. Entre tanto, el P. Provincial con sus compañeros seguían viaje a la Ciudad Eterna por mar. Al pasar el golfo de Lión les sor prendió una tremenda tempestad, de la que se libraron milagrosamente, el día de San Francisco de Paula, 2 de abril. En agradecimiento, el padre Diego de Madrid, uno de los custodios, pronunció al siguiente año un sermón en la función de acción de gracias tenida en honor de dicho santo en la iglesia de San Antonio del Prado ( 27 ). No fueron tampoco estos años en que el P. Consuegra gobernó la provincia, años de paz; los trastornos políticos, ocasionados por la guerra de sucesión, influyeron notablemente en la vida y actividades de los religiosos, que, dicho sea de paso, no fueron muy prósperas. En septiembre de 1710 las tropas del archiduque Carlos ocuparon por segunda vez la capital de España, de la que salieron luego el 9 de noviem bre. El se alojó algún tiempo en el palacio de la Quinta, y allí acudieron el P. Provincial y varios Padres a cumplimentarle y presentarle algunos regalos, lo que no dejó de llamar la atención; por lo que, al regresar a Madrid Felipe V, salieron desterrados «los más de los Padres gra duados que habían ido al cumplimiento referido» ( 28 ). Sus nombres no son conocidos. Posteriormente, en diciembre de 1711 , por orden del (24) VA, 91; ED, 135. (25) ED, 132. (26) VA, 73-79. (27) Diego de Madrid, O. F. M. Cap., Nada con voz y voz con ecos de nada, I, Madrid 1737: «Oración del nuevo Neptuno de la gracia San Francisco de Paula». (28) VA, 102-3.
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