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REORGANIZACIÓN DE LA VIDA CONVENTUAL 331 6 . Antes de cerrar el presente, recogemos algunas otras noticias de interés para la historia de Castilla. En primer término preciso es confesar que, no obstante las tremendas dificultades surgidas, hubo también estos años en ella excelentes predicadores. Citemos, ante todo, al P. Solchaga, que ostentaba antes de 1805 el título de predicador del rey, y con él siguió hasta su muerte. Asimismo el P. Justo de Ma­ drid, elegido ahora Provincial y que gozaba igualmente de fama de buen orador, como a su vez el P. Lino de Cantalapiedra, que además tenía ya en 1818 el título de Calificador del Santo Oficio. No se distin­ guió menos el P. Daniel de Manzaneda, de cuya predicación ya se habló; alegando sus méritos oratorios solicitó (9 de enero de 1816) el título de predicador de S. M. De él informa el patriarca (12 de enero de 1816) que era religioso observante, enemigo de las pernicio­ sas ideas, celoso predicador y digno de tal gracia, concediéndosele de momento (23 de enero) la de predicador honorario. Un año más tarde (2 de julio de 1817) pidió la de supernumerario, alegando predicaba mucho y que otros compañeros suyos de cárcel en Mallorca habían sido agraciados con ese título; no lo consiguió, pero insistió de nuevo (4 de marzo de 1818), motivando su petición en que, no obstante estar dis­ puesto que las religiones no tuviesen sino un predicador supernume­ rario, algunas tenían dos y más, mientras que los Capuchinos, sólo uno. Fue apoyado por el Patriarca en su pretensión, informando éste que sólo tenían efectivamente al P. Solchaga, ya de avanzada edad, y que el P. Manzaneda bien podía ocupar el puesto del P. Fidel de Piñera, fallecido recientemente. Por fin, se le otorgó lo que deseaba el 12 de marzo de 1818 (38). Así había sucedido: el P. Piñera falleció en los primeros días de 1817. Por lo que a éste respecta, había solicitado serpredicador del rey en 1807 y reiteró su petición una vez terminada la invasión francesa (16 de julio de 1815). El Patriarca resaltó sus méritos y pro­ puso al rey la concesión del título, no obstante ser predicador super­ numerario el P. Solchaga; Fernando VII accedió a ello el 10 de agosto de 1815 (39). Disfrutaba además el P. Piñera, desde 1807, el título de Calificador de la Suprema Inquisición (40). Es digno también de mención honorífica, entre los mejores predica­ dores de entonces, el P. Mariano de Naraval, quien perteneció al Cole­ gio de Toro y se ocupó durante 20 años en el ministerio del pulpito, cosechando frutos extraordinarios; en 1818 era Misionero apostólico y predicador honorario del rey. Solicitó en 1818 (16 de mayo) se le (38) Arch. del Pal. N. de Madrid, Personal, Predicadores honorarios de Su Majestad, M-10. (39) lbíd., Predicadores supernumerarios de S. M., P-40. (40) Necrologio, 28. Tenía en 1809 cincuenta y seis años de edad y treinta y cuatro de hábito; al pedir esta gracia de predicador del rey, en 1815, contaba sesenta y dos años; AHN, Consejos de la Suprema Inquisición, leg. 1243, n.° 25.

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