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326 LA PROVINCIA DE FF. MM. CAPUCHINOS DE CASTILLA 4. Ya hicimos la advertencia que de cuantos formaban el Definitorio de Castilla, incluso el P. Provincial, sólo el P. Solchaga sobrevivió aque­ lla trágica guerra, gobernando los religiosos en calidad de Vicario pro­ vincial como mejor pudo y pedían las circunstancias, usando de omní­ modos poderes. No sólo eso, sino que, al finalizar aquella contienda, se pudo comprobar que bastantes religiosos, incluso la mitad de los superiores locales, habían pasado a mejor vida. Por todos ellos, es decir, por los fallecidos desde el 1 de diciembre de 1808 hasta el 16 de fe­ brero de 1814, ordenó el P. Solchaga se hiciesen sufragios (14). Ade­ más, ante la falta de uno de los Custodios y de diez de los Guardianes, a los que se añadía la del P. Bruno de Samaniego, Guardián de El Pardo, que había marchado a La Habana, era de todo punto necesario hacer nuevos nombramientos. En tales circunstancias y siendo urgente la celebración de Capítulo, se reunieron el P. Vicario general, Mariano de Bernardos, y el P. Solchaga, el 21 de enero de 1815, y, con autori­ zación del Nuncio, designaron Custodio y Guardianes para que pudiesen acudir a las elecciones capitulares que fueron convocadas para el 28 de abril (15). En este Capítulo fue elegido Ministro Provincial el P. Buenaventura de Gumiel, que tenía ya el título de juez y examinador sinodal del obispado de Segovia. Había tomado el hábito en Salamanca el 16 de marzo de 1783; fue Lector y le sorprendió la guerra de invasión en Segovia (16). Entre las determinaciones tomadas por los nuevos superiores fue una (12 de mayo de 1815) acceder a la petición de los Lectores y Maes­ tros de estudiantes de considerarlos como si hubiesen ejercido los 14 años de enseñanza, con todos los derechos y privilegios «en atención a la falta de jóvenes y ninguna esperanza fundada de que los pueda haber en muchos años. De todos modos se acordó diese comienzo un nuevo curso, como se efectuó el 19 de mayo» (17). También el 22 del mismo mes se atendió la petición de los vecinos de Rueda y Laguardia de que se les concediese un religioso que «instruyese a los jóvenes en la lati­ nidad» (18). Por esa misma fecha se recibió orden del rey para que los superio­ res mandasen a sus súbditos predicar la doctrina del Santo Evangelio y «persuadan la fuga de los vicios y el ejercicio de las virtudes, abste­ niéndose de proponer opiniones que se controvierten y cuestiones que agitan los ánimos» (19). Debe referirse, sin duda, a las misiones gene­ rales que, por orden de las autoridades, se dieron en toda España para levantar los ánimos y exhortar a la reforma de costumbres. (14) Circular del P. Solchaga a los conventos, Madrid, 1 febrero 1814 (APC, 28/140). (15) ED, 307; VA, 741. (16) Necrologio, 275; VA, 741. (17) VA, 744. (18) Ibid., 745. (19) Ibid.

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