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320 LA PROVINCIA DE FF. MM. CAPUCHINOS DE CASTILLA Como era de esperar, vino a caer, al fin, en manos de los franceses, que le trataron de muy mala manera, haciéndole dormir en las cuadras de caballos; lo llevaron también a Francia, de donde regresó a España, pero casi del todo imposibilitado, por lo que, estando conventual en El Pardo, dirigió al rey un memorial (19 de julio de 1815) pidiendo se le concediera una pensión, a lo que el monarca accedió (8 de agosto de 1815). Poco tiempo pudo disfrutarla; en 1817 fallecía en Ma­ drid (39). 7. Dejaríamos incompleto este capítulo si no dedicásemos la aten­ ción que se merece a algunos religiosos castellanos que con la pluma contribuyeron, en otro orden de cosas, a que se ganara la guerra contra los franceses y al propio tiempo se sostuviese la lucha que se libraba en las Cortes en contra del liberalismo, la libertad de imprenta, publicación de libros o periódicos antirreligiosos, inmorales, etc. Cita­ mos en primer lugar al P. Francisco de Solchaga. Como prelado y Vica­ rio provincial se creyó en la obligación de protestar y escribir contra todo eso. De él tenemos cuatro interesantes cartas, verdaderos docu­ mentos fehacientes del ambiente reinante y de la repulsa del mismo. A tal objeto escribía desde Cádiz (28 de octubre de 1810) la primera de esas cartas, que no lleva encabezamiento y va dirigida simplemente al: «Honorable Sr. Presidente». Todo el contenido es una protesta con­ tra el uso y el abuso de las palabras libertad, pueblo libre, etc., y una recriminación contra los liberales y la mal entendida libertad. Exclama en una de sus páginas: «Para la verdadera restauración en lo político y en lo sagrado, bastan y son precisos en la práctica, para lo primero, la Constitución española, poniendo límites en el ramo de la hacienda a la arbitrariedad del soberano, y para lo segundo, el Santo Concilio de Trento. Y así no hay necesidad de novedad; únicamente urge la expulsión de los franceses, salvar la Patria y al rey; después se trata­ rán con traquilidad otros puntos» (40). Un año después redactaba una nueva carta que, como claramente expresa en el título (41), va dirigida no sólo a sus súbditos, sino tam- ceta del 25 de julio, aunque sin decir el nombre. Añade que Franceschi se con­ sideró envilecido por caer prisionero de un fraile y que uno de los prisioneros disparó con su pistola al P. Délica, aunque no le hirió, por lo que éste mandó fusilar a todos los prisioneros menos al general y ayudantes, llevándoselos a Ciu­ dad Rodrigo para entregarlos allí, trayéndolos más tarde a Madrid para hacer su entrega a la Junta General, reservándose el P. Délica la espada de Franceschi para dedicarla a Nuestra Señora en el convento de El Pardo. (39) Precisamente por encontrarse imposibilitado y considerarse incapaz para seguir en la Orden, pidió incluso la secularización y esa pensión mientras se halla inhabilitado para obtener algún beneficio eclesiástico (Arch. del Palacio N. de Madrid, Corporaciones Religiosas, leg. 3, Capuchinos de El Pardo; Necrologio, 16). (40) Carta autógrafa del P. Solchaga, p. 7; va firmada: «En Capuchinos de Cádiz, 28 de octubre de 1810. Fr. Francisco de Solchaga, Provincial de Castilla, manuscrito, 10 ff. (BN, ms. 20.418/8). (41) Recurso único y vencedor: la Unión: Pastoral segunda católica y patrió­ tica. Carta que en espíritu y verdad dirige a todos sus súbditos dispersos por la

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