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LOS RELIGIOSOS EN LA GUERRA DE LA INDEPENDENCIA 315 se dirigieron por barco a Palma de Mallorca, como lo hizo, entre otros, el P. Daniel de Manzaneda. No faltaron quienes marcharon a sus pueblos natales para más seguridad o por otros motivos. Asimismo 28, es decir, 26 Padres y dos Hermanos, obtuvieron permiso para residir en Madrid, quedando aqué­ llos adscritos a distintas iglesias (15). Otro buen número, 12 Padres, siete Coristas y dos Hermanos, marcharon a la provincia de Valencia, siendo destinados a distintos conventos para su residencia (16). Y por último hubo bastantes que prefirieron agregarse a las tropas españolas, en lucha contra el invasor, inscribiéndose como capellanes o como sim­ ples soldados defensores de la patria en peligro, según diremos. 3. Fácilmente se comprende que la intención de las autoridades y del gobierno intruso, al dar el decreto de supresión de conventos y expulsión de ellos a los frailes, no era otra que incautarse de sus bienes y por otra parte terminar con los religiosos. Para ello les ofrecieron ia secularización, la que aceptaron algunos, pidiendo al efecto puestos eclesiásticos o también pensiones. Sin embargo, tenemos que hacer constar que esa ocasión fue aprovechada por muy pocos de los Capu­ chinos castellanos para dejar el hábito y reducirse al estado secular; de tal modo que entre las muchas solicitudes que hemos visto y exa­ minado de religiosos de distintas Ordenes que en esas circunstancias desertaron, sólo hemos encontrado los nombres de dos Padres y dos Hermanos en Vizcaya y un solo Padre en Madrid (17). Los demás prefirieron las duras y prolongadas penalidades del des­ tierro, los incontables peligros de caer en manos del enemigo y los mil sufrimientos de que se hace eco el P. Solchaga en su carta ya men­ cionada y refiere sobre todo el P. Lorenzo de Ajofrín en sus intere­ santes manuscritos (18), antes que apostatar o secularizarse. 4. Ni siquiera los estudiantes o coristas lo consintieron. Por eso mismo fue preocupación, sobre todo del P. Solchaga, el que, aun estan- (15) AGS, Grada y Justicia, leg. 1264; aquí se conserva la lista de todos: PP. Mariano de Bernardos, Primo de Olmedo, Angel de Jadraque, Mariano de Bilbao, Marcos de La Puebla y Bartolomé de Esquivias; los demás figuran con nombre de pila. (16) También poseemos la lista de todos y de sus destinos: PP. Antonio de Madrid, Ignacio de Valladolid, José de Santa María de Nieva y Pedro de Consue­ gra, mas los coristas Fr. Antonio de Villarrubia y Fr. Hermenegildo de Poluzano y el Hno. Fr. Bernardo de Navajas, a Murcia; P. Bernardo de Antoñana y el corista Fr. Buenaventura de Pobo, a Caudete; Fr. Domingo de Páramo, Hno. lego, al de Magdalena; P. Eulogio de Tronchon, a Segorbe; P. Felipe de Quecedo, a Onte- niente; P. José de Valencia, a Valencia; P. Manuel de Manzanares, a Orihuela; el corista Fr. Juan de Novales, a San Felipe; Fr. Lucas de Santa Cruz, Hno. lego, a Alicante; el corista, Fr. Mariano de Zuñeda, a Castellón, y los coristas Fr. Sotero de Albalate y Fr. Valero de Albalate, a Ollería. (17) AGS, Gracia y Justicia, leg. 1258. (18) De él se conserva, aunque escrito en tercera persona, un manuscrito de 126 pp. (APC, 36/3) en que refiere cuanto le sucedió durante la guerra de la Independencia.

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