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3 0 4 LA P R O V IN C IA D E F F . M M . C A PU C H IN O S D E C A ST IL L A sus religiosos fu esen a o tro conven to de la O rd e n (11 ). T am b ién p o r esa fecha, y desde luego an tes de ju n io , se sup rim ieron los conventos de V illa rru b ia de los O jos y C alzada de C alatrav a (12). P o r fin llegó lo esperado y d efin itivo : el d ecreto d e exclau stración de los religiosos, d ado el 18 de agosto de 1809. En su v irtu d , q u ed a b an sup rim ido s todos los conventos d e religiosos, se les im ponía d ejar el h á b ito y vestirse de sacerdotes seculares. Y p o r o tro del 21 de dicho mes se dispon ía qu e no p red icasen n i confesasen h asta las nu evas p ro ­ videncias q u e se tom asen p a ra v e r su cap acid ad , y adem ás q u e, una vez fu era de sus conventos, no po d ían fo rm a r cu erpo o sociedad (13 ). 3 . A sí com enzó p a ra los conventos u n a au tén tica e ra de d e stru c ­ ción y despojo y p a ra sus m o rado res u n a h o rro ro sa trag ed ia, qu e se p ro long ará b astan te m ás q u e la g u erra de la In d ep e n d en cia. E l cron ista agrega que el 2 de sep tiem b re de 1809 salieron todos los religiosos d e sus respectivo s conventos. Sin em bargo, p o r lo qu e resp ecta al de San A n ton io , ya h ab ía sido convertido casi en cu artel, desde diciem b re de 1808, en q u e los religiosos tu v iero n qu e sa lir con p recip itació n « p ara qu e en él en tra se la tro p a fran cesa, y el destrozo que h ic iero n en cu a n to pud im o s recoger — dice el P. M ariano de B ernardos— , en aqu el brevísim o tiem po , ta n to de papeles como de m uebles» (14 ). La m ism a su erte cupo al convento de La P acien cia; en los p rim ero s días de d iciem b re de 1808, según an o ta el cron ista oficial, u n cuerpo de franceses se apod eró del conven to p a ra alojarse en él, y agrega q u e desde entonces com enzó el saqueo , su friendo otro s m uchos desastres en las v arias ocasiones q u e d ichas tro p as se alo jaron allí. D e todos modos este conv ento de La P aciencia, p o r decreto del 30 de agosto, era d estin ado a en ferm ería d e ex-regulares que p o r sus achaques no pud iesen p on erse en cam ino n i traslad a rse a sus destinos. Pocos días después, el 6 de sep tiem b re, p o r no ser cap az y en c o n trarse en m al estado , se conv irtió en casa-en ferm ería el de San A n ton io p o r te n er m ejores hab itacion es (15). Y como en ferm ería de religiosos con tinuó todo el tiem po que d u ró la g u erra de invasión , m ien tras el convento de La P acien cia fu e d estin ado a cu artel. Las trop as allí alojadas se d ed i­ caron a v en d e r m uebles, cu ad ro s e im ágenes y a d estru irlo todo : d e rri­ b aro n los altares, las capillas laterales fu ero n conv ertid as en cárceles, (11) Ibíd., legs. 1248 y 1252. (12) Ibíd ., leg. 1252. (13) Ibíd., leg. 1247. (14) Contestación del P. Bernardos, convento de San Antonio, 25 mayo 1809, a un comunicado oficial del 19 (ibíd., leg. 1265). (15) Ibíd., leg. 1247. A l incautarse del convento de San Antonio se hizo inventario de cuanto en él y en la iglesia había: muebles, libros, etc., aunque no son datos muy concretos; también se hizo «lista de las pinturas existentes en el convento de Capuchinos del P rado»; bastantes de ellas eran originales y el co­ misionado dice de dos de Jordán (23 agosto 1809) que eran «de lo mejor que había hecho».

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