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no se le concedió entonces, seguram ente p o r la m encionad a disposición real; lo conseguiría, sin em bargo, en 1815. 5. N o qu erem o s te rm in ar este cap ítu lo sin an o ta r algunos hechos que reflejan el estado de la p rov in cia en estos años qu e p reced ieron a la gu erra de la In d ep e n d en cia, y ec h ar u n a m ira d a retro sp ectiv a a la situ a­ ción de los religiosos en ese m ism o lapso de tiem po. P o r lo qu e hem os ven ido expon iendo en cap ítu lo s an terio res, se no ta b a e n tre ellos b astan te d escon ten to, m o tiv ado p o r causas de muy d iv ersa índo le; ap a rte de o tras, no influyó poco el nuevo gob ierno de los V icarios generales. D ism inuyó no tab lem en te la in flu en cia y la fu erza m oral de los sup erio res, así p rov inciales como locales, qu e no v eían con bueno s ojos las introm isiones del P. M ariano de B ernardos. A eso se añ ad ió la lib e rta d e in su b o rd in a ció n de los súbd ito s, fru to , quizá, del am b ien te y de las ideas dom in an tes en la época; tam b ién el abu so del p o d e r civil y el am p aro qu e p restab a a los súbd ito s díscolos y libertino s que rec u rrían sobre todo al Consejo d e C astilla en co n tra de los sup e­ riores. Y , finalm en te, com o consecuencia d e todo eso, la relajación en p u n to s im po rtan tes de la Regla y Con stitucion es. P o r lo m ismo resu lta altam en te con so lador, au n en este aspecto, vo lv er la v ista al convento de T o ro , dond e se con serv ab a en todo vigor la ob serv an cia reg u lar y la estricta pob reza y se m a n ten ía en aqu el rigo r im p lan tado p o r el P. Colin- d res. Las o rd en acion es de la v isita hech a a aquel S em inario de m isio­ neros p o r el P. V icario g eneral, M ariano de B ernardos, en 1807, son un a p ru eb a b ien p alm aria y ev id en te (13 ). P o r ú ltim o se n o ta u n a alarm an te falta de vocaciones, lo q u e hace qu e el núm ero de religiosos d escienda notab lem en te; ap a rte de o tras cau sas, p o rq u e el am b ien te no era m uy p rop icio en E sp añ a hacia las O rd en es religiosas. T a n to qu e, ya en 1754, el P ro c u ra d o r de la p ro v in ­ cia, P. M a rtín de La C o ru ñ a, escrib ía al G u ard iá n del convento de D eu sto (B ilbao): «N o es ah o ra el tiem po m ás p rop icio p a ra v en tila r si somos o no necesarios, cu a n d o están p a ra sa lir u n as b u las qu e, h ab lan d o de los frailes en g en eral, regulan a m uchos p o r inútiles y n a d a provechosos, pues p o r ellas se d ispone que p o r seis años no se a dm ita n novicios, p a ra descartarse p o r este m edio de la m u ch edum b re de religiosos» (14 ). N o salió b u la alguna en ese sen tido ; sin em bargo, es forzoso reconocer qu e el núm ero de religiosos decreció no tab lem en te, tan to qu e, si en 1782 la p rov in cia de C astilla co n tab a u n total de 510, vein tisiete años m ás ta rd e , en 1809, se h ab ían redu cido a 412 (15 ). A éstos h ab ría qu e a ñ a d ir los de La H ab a n a, q u e eran uno s 25. A SP E C T O S L IT E R A R IO , A PO ST Ó LIC O Y M IS IO N A L : 1793-1808 299 (13) Acta del P. Mariano de Bernardos al terminar la visita del convento de To ro , To ro , 30 septiembre 1807 (A P C , 28/94). (14) Andrés de Palazuelo, O .F . M . Cap., Convento de Capuchinos de Deus­ to, Madrid 1935, 227, donde copia la mencionada carta del P. Martín de La Coru­ ña, la que se conserva en el A P C . (15) El P. Pobladura, Los Frailes Menores Capuchinos en Castilla, Madrid 1946, 157, al poner la estadística de Castilla en 1796, señala un total de 305 re-

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