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R E L IG IO S O S DE C A ST IL L A EN LA L U IS IA N A ESPA Ñ O LA 265 a La Habana (48). Aquí continuaba, enfermo y de avanzada edad, en noviembre de 1793; al siguiente año regresó a España y falleció en 1800 (49). Otro fue el P. Esteban de Valoría, quien a su llegada fue destinado a Nueva Orleáns. Pasó luego de cura (1 de agosto de 1786) a San Miguel de Panzacola, atendiendo con celo ejemplar a soldados y fieles y sobresaliendo por su buen comportamiento. En 1793 se le destinó a Natchitoches, pero, conociendo el francés y no el inglés que allí se hablaba, recibió orden de trasladarse a Nueva Orleáns en diciembre del mismo año. Cansado de estar en la Luisiana y habiendo cumplido los diez años de servicio, pidió (6 de junio de 1796) regresar al Colegio de La Habana, gracia que se le concedió; aquí continuó hasta su muerte, en 1811 (50). E l P. Francisco de Azuqueca fue otro de los que llegaron a La Habana en 1784 y al siguiente año a La Luisiana; al poco tiempo se le nombró cura de Opelusas, de donde pasó a Santiago de Cabanose, en la costa de los Acadianos; continuó aquí hasta el 31 de octubre de 1793, fecha en que debió regresar a La Habana (51). Con éste y los anteriores compartió las mismas vicisitudes el P. Mariano de Brúñete. E l primer curato que se le encomendó fue el de San Bernardo del Torno o de Galveston, distante sólo seis leguas de la capital. Fue más tarde (1 de abril de 1787) nombrado cura de San Juan Bautista de los Ale­ manes y aquí permaneció hasta su muerte, ocurrida el 11 de febrero de 1801 (52). Con los mencionados llegó primero a La Habana y luego a Nueva Orleáns el P. Pedro de Zamora. Fue destinado (16 de noviembre de 1785) a la parroquia de la Asunción de la Fourche, corriendo tam­ bién a su cuidado el anejo de Valenzuela; luego pasó a Opelusas (1 de marzo de 1789), donde prosiguió hasta fin de diciembre de 1801, en que pasó a Nueva Orleáns de teniente cura, y de aquí (marzo de 1804) a la plaza española de Panzacola, como capellán del regimiento allí fijo ; estuvo sólo hasta septiembre, dirigiéndose luego a La Habana, de donde, sin que podamos fijar fecha, marchó a España; terminó su mortal carrera en el convento de Deusto o Bilbao en 1820 (53). (48) Expediente y nómina del mismo (A G I , Sanio Domingo-Cuba, 538b); carta del P. Fermoselle, 20 octubre 1793, diciendo, entre otras cosas, que pertene­ cía a la provincia de Castilla (A G I , Santo Domingo-Cuba, 1458); carta del Padre Jerez, La Habana, 10 octubre 1790, y de Orúe, Nueva Orleáns, 13 agosto 1790 (A G I, Santo Domingo, 2673). (49) Carta del P. Jerez al rey, La Habana, 1 noviembre 1794 (A G I, Santo Domingo, 2271); Necrologio, 145. (50) Carta del P. Valoría, 6 junio 1796 (A G I , Santo Domingo-Cuba, 102); otros documentos (ibid., 566); Necrologio, 64. (51) Expediente y nómina del P. Azuqueca (A G I, Santo Domingo-Cuba, 538b), (52) Expediente y nómina del P. Brúñete ( ibid .). (53) Expediente y nómina del mismo (ibid.); carta de Navarro ( ibid .); nom­ bramiento hecho por el P. Cirilo, 14 noviembre 1785 (A G I, Santo Domingo-Cuba, 566); carta del gobernador M iró, 18 febrero 1789 (A G I , Santo Domingo, 2673);

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