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2 6 4 LA P R O V IN C IA DE F F . MM . C A PU C H IN O S DE C A ST IL L A E l más destacado de los cuatro Capuchinos andaluces llegados a Luisiana en 1781 fue sin duda alguna el P. Antonio de Sedella. Su actuación fue muy brillante como párroco de Nueva Orleáns, desem­ peñando además otros cargos, como el de administrador y director del Hospital, vicario general y comisario de la Inquisición. Luego se indis­ puso con el obispo auxiliar P. Cirilo de Barcelona; éste le envió a España en partida de registro; aclarado el caso, regresó a Luisiana, donde ya se encontraba en 1794, volviendo a ser nombrado párroco de Nueva Orleáns; en ese cargo continuó no sólo hasta la retrocesión de la colonia Francia en 1802, sino incluso tras la venta efectuada por ésta a Estados Unidos en 1803, y en Nueva Orleáns falleció en 1829 (45). Como consecuencia de haber asignado aquella colonia a la provin­ cia de Castilla en 1781 para atenderla espiritualmente, y, sobre todo, después del establecimiento del Colegio de misioneros de La Habana, las cosas cambiaron notablemente de rumbo. Primeramente y como prueba de que el objetivo primordial de dicho Colegio era el de pro­ veer de curas doctrineros la Luisiana y Florida, al año de su inaugu­ ración fue enviada allí la primera expedición, compuesta de siete reli­ giosos que arribaron a Nueva Orleáns el 13 de julio de 1785. Eran los siguientes: PP. Joaquín de A jofrín, Esteban de Valoría, Francisco de Azuqueca, Mariano de Brúñete, Pedro de Zamora y Bernardo de Deva. Damos a continuación algunos datos sobre los mismos. E l primero, P. Joaquín de A jofrín, era Definidor provincial al mar­ char a La Habana en 1784. Por propia iniciativa pidió ir a la Luisiana, siendo enviado al frente de dicha expedición y como superior de los Capuchinos existentes allí, pero el obispo auxiliar P. Cirilo ni le quiso nombrar párroco de Nueva Orleáns ni considerarle como superior, por lo que le envió a la parroquia de la Asunción de la Fourch, donde enfermó, siendo destinado por eso, a fines de 1785, a Nueva Orleáns, de donde poco después pasó a La Habana (46). Invitado más tarde a volver a la Luisiana, lo rehusó; siguió en Cuba predicando con gran éxito, lo que hizo también en Puerto Rico por indicación del gobernador y del prefecto del Colegio de misioneros; en La Habana acabó sus días el 31 de mayo de 1799 (47). Compañero suyo en aquel Colegio y en su marcha a la Luisiana fue el P. José de Jerez de los Caballeros, también de la provincia de Castilla. Estuvo en Nueva Orleáns de teniente cura; era además colec­ tor y capellán de las Ursulinas. Aunque no poseía el francés, prosiguió allí hasta 1790, en que el obispo auxiliar le formó proceso y lo remitió (45) Para la biografía del P. Sedella, cfr. C a s tillo , o. c„ sobre todo desde la p. 75 en adelante, y las notas consignadas en la obra de Baudier y recogidas en el Boletín, 153-54. (46) Expediente y nómina de| P. Ajofrín (A G I , Santo Dominco-Cuba, 538b); carta del P. Isidoro de Fermoselle, marzo 1787 (A G I , Santo Domingo, 2273); carta del P. Cirilo, 15 noviembre 1785 (A G I , Santo Domingo-Cuba, 102); Necro­ logio, 139. (47) A G I, Santo Domingo, 2271.

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