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258 LA P R O V IN C IA DE F F . M M . C A PU C H IN O S DE C A ST IL L A Así continuó el P. Portillo; el 1 de enero de 1792 el obispo de La Habana envió como vicario general al D r. Teodoro Tirso Enrique, que sólo estuvo hasta el 19 de junio de 1793, en que fue retirado de la Lui- siana por orden del rey (20), sucediéndole el sacerdote irlandés D . Pa­ tricio Walsh, que desempeñó sólo el cargo de vicario general hasta la llegada del obispo residencial de Luisiana D . Luis Peñalver y Cárdenas en 1795. E l P . Portillo siguió, sin embargo, de párroco de Nueva Orleáns y superior de los Capuchinos; en julio de 1795 tuvo que reti­ rarse reclamado por la Inquisición. No sabemos que los religiosos allí existentes tuviesen desde entonces otro superior. T a l vez el obispo se creyó con derecho a ser superior incluso de los religiosos cuando así escribía: «Todos los regulares dependen del O rd inario ... V iven con regularidad, nunca han pretendido ser exentos y se les ha visitado» (21). Ta l designación de Peñalver y la creación del obispado de la Lu i­ siana y Florida fue debida a los desaciertos y poco tacto del obispo auxiliar P. Cirilo de Barcelona. E l rey consultó el caso al Consejo de Indias (2 de abril de 1792) y, ante el voto favorable de éste (22 de octubre), comunicaba al obispo de La Habana la determinación de reti­ rar al auxiliar P. Cirilo y crear el obispado independiente de la Luisiana y Florida (22). Seguidamente hizo la presentación de Peñalver, provi­ sor y vicario general de La Habana, para la nueva diócesis (2 3 ), quien recibió la consagración el 26 de abril del siguiente año 1795, tomando luego el 24 de julio posesión de su sede. A llí continuó hasta 1800, en que fue nombrado arzobispo de Guatemala, aunque no dejó la Luisiana hasta fines de 1801. Peñalver designó por vicario general al canónigo de la catedral de Nueva Orleáns D . Tomás Hasset y, pre­ viniendo cualquier contigencia, le dio por auxiliar (3 de noviembre de 1801) a D . Patricio Walsh. Cuando esto tenía lugar, el rey había presentado a D . Francisco Porro y Peinado para aquella diócesis (noviembre de 1800); preconi­ zado el 20 de julio de 1801, recibió la consagración el 15 de noviem­ bre. Antes de posesionarse de su sede, ocurrió la retrocesión de esta colonia a Francia el 15 de octubre de 1802, siendo Porro y Peinado transferido a la diócesis de Tarazona en España. 3. Y a dijimos, y volvemos a repetirlo, que esta colonia francesa mandó fuera de la capital; enfermó y tuvo que regresar a La Habana. En vista de ello,de las miras personalistas del P. Cirilo, de las inquietudes causadas por su proceder, fue enviado el P. Portillo para poner paz y orden en las cosas. (20) C fr. los documentos sobre ello en A G I , Sanio Domingo-Cuba, 102. (21) Carta del obispo Peñalver, 15 febrero 1797 (A G I , Santo Domingo, 2673). (22) Cédulaal obispo de La Habana, 3 noviembre 1793 (C a s til l o , 56-7). (23) Cédulade presentación de Peñalver para obispo residencial de laLuisiana y Florida, Aranjuez, 11 junio 1794 (ibid., 44-45). Debe tenerse en cuenta que el 27 de enero de 1789 la diócesis de Cuba, o por mejor decir de Santiago de Cuba, se desmembró en dos: la ya existente y La H a ­ bana. Hasta esa fecha los obispos, aunque seguían siendo titulares de Santiago de Cuba, desde 1756 residían en La Habana.

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