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todo lo que pasaba se debía en gran parte a la imprudencia del Padre Provincial, que lo era el ya citado P. Manuel de Magallón ( 21 ). Y precisamente éste enviaba una carta, en junio de 1708 , manifestán­ dole que las calamidades sufridas por sus religiosos sólo podían explicarlas los mismos que las padecían. Le participaba igualmente que la mayor parte de los Guardianes se encontraban en Cataluña o en otras partes, por lo que era difícil celebrar Capítulo, tanto más cuanto que habían muerto muchos frailes, entre ellos dos de los Definidores ( 22 ). No fue solamente la provincia de Aragón la única que sufrió las consecuencias de tales divisiones, rebeldías y contiendas; también expe­ rimentaron iguales penalidades y amarguras no pocos religiosos de la de Valencia, varios de los cuales fueron desterrados a los conventos de Castilla ( 23 ). Y aun ésta fue del mismo modo víctima de las iras de Feli­ pe V y de sus ministros, aunque quizá más inocentemente. El ya citado Padre Rodenas lo confiesa así abiertamente en una de sus cartas cuando afirma de la provincia de Castilla que «ha tenido mucho que sufrir, y juzgo que más que ninguna, pero no se ha podido remediar, y sólo sirve de consuelo que se ha castigado a muchos inocentes» ( 24 ). 4 . Y, hablando ya más concretamente de esta provincia de Castilla, hemos afirmado arriba que las consecuencias de esas divisiones y luchas e incluso intromisiones políticas se dejaron sentir también en ella. Para remediar los excesos que se previenen en la mencionada carta del Padre General, Agustín de Tissana, dada en 1702 , el Provincial de Castilla respondía con un decreto en el que, más en concreto, ordena, bajo precepto de santa obediencia, que ni de palabra ni por escrito se atreviesen los religiosos a ofender a los príncipes ni hablar con menos decoro de sus arcanos consejos ( 25 ). Y es sintomático de lo que pasaba el hecho de que, en abril de 1704 , se dio comisión a los PP. Mateo de Anguiano y José de Illescas para que averiguasen el comportamiento de algunos religiosos de los conventos de La Paciencia y Alcalá en orden a hablar del rey y de su gobierno ( 26 ). Y confirma esto mismo que, en noviembre de 1704 , se amonestó por lo menos a tres Padres y dos Hermanos porque hablaban mal del rey ( 27 ). Que continuaba esa fiebre política y que no todos eran partidarios de Felipe V lo demuestra este otro hecho: En diciembre de 1705 se enviaba otra circular a todos los conventos de Castilla, insistiendo los superiores sobre lo mismo e imponiendo una vez más penas contra los LA GUERRA DE SUCESIÓN Y LOS CAPUCHINOS ESPAÑOLES 7 (21) Cartas del P. Timoteo de Rodenas, 20 enero, 1 febrero, 28 marzo, 14 abril 1707 (Archivo General de los Capuchinos, Sección 2, Navarra). (22) Carta del P. Manuel de Magallón, 24 junio1708 (Arch. Gen. deCapuchi­ nos, Sección 2, Navarra). (23) VA, 98, 137. (24) Carta del P. Rodenas, 28 marzo 1707 (Arch. Gen. de Capuchinos, Sec­ ción 2, Navarra). (25) VA, 71-2. (26) Ibíd., 77. (27) Ibíd., 79.

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