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242 LA PROVINCIA DE FF. MM. CAPUCHINOS DE CASTILLA señor obispo de la diócesis, fueron hospedados en nuestro convento de Toro. Aquí, no contentos con recibirlos con visibles muestras de cariño y respeto, se celebró una solemne función religiosa en la que el P. Miguel de Santander les dio la bienvenida y predicó un fervoroso sermón de circunstancias, que luego se imprimió (37). 7. E l P. Santander gozaba ya por esos años fama de excelente predicador y misionero. En la cuaresma de 1790 predicó en su ciudad natal una misión que llamó poderosamente la atención de sus paisanos. E l Ayuntamiento tomó el acuerdo (7 de abril de 1790) de nombrarle «su predicador», título que se le entregó en un acto especial (12 de abril). No contento con eso, trató también de proporcionar terreno para fundar un convento de Capuchinos en la capital montañesa, te­ niendo presente que de ello «ha de resultar reforma en las costum­ bres». A l siguiente día dirigió al rey un memorial solicitando eso mis­ mo, alegando que la predicación y vida ejemplar de los Capuchinos sería medio poderoso y eficaz para la reforma de las costumbres: que no eran suficientes los Franciscanos y pocos sacerdotes que había para atender al bien espiritual de la ciudad, cuya matrícula se componía entonces de 11.000 personas de comunión, y, por fin, que la fundación se podía «verificar comodísimamente ayudando para ello la bella pro­ porción de tener este pueblo un hijo residente en el Colegio de Toro, capuchino ejemplar, misionero del mayor crédito, un segundo P. Cádiz; en fin, Fr. Miguel de Santander, cuya fama de virtud y literatura resuena en todo el reino». E l Ayuntamiento hizo idéntica propuesta al Real Consulado; éste (15 de abril de 1790) aprobaba a su vez la fundación y nombró comisionados para conferir este asunto con los de aquella corporación (38). E l mismo P. Santander hace referencia en distintas cartas a esta propuesta de fundación en su ciudad natal. En una de ellas, fechada el 7 de mayo de aquel año, dice había escrito al confesor de la reina recomendándosela; añade que, de lograrse, se haría en las mismas condiciones que se encontraba el convento de Toro: que se lo había comunicado al P. Provincial y que éste le había contestado: «Que admitiría la provincia esa fundación siempre que por la ciudad se con­ siga la licencia y levante el convento» (39). Escribió de nuevo al Padre (37) Lleva este título: «Plática de acción de gracias hecha en el convento de Toro el 14 de febrero de 1793 para dar gracias por la buena acogida que se había dado al clero secular y regular expatriado de Francia» (M iguel de Santan­ der, Sermones panegíricos, misterios, festividades y santos, II, Madrid, 1801). Fue tan grande el número de eclesiásticos franceses emigrados a España en aquella ocasión, que el gobierno se creyó en la obligación de intervenir, y en 1792 una real orden establecía lo que debía observarse, así en la entrada como en su permanencia en España. (38) Toda esta comunicación puede verse en el: Libro de Acuerdos del Ayuntamiento de esta M. N. y S. L. ciudad de Santander. Año 1790, ff. 75, 77v.-78, 81v.-86, 87, 88 r. (Archivo del Ayuntamiento de Santander). (39) M. de Santander, Cartas familiares, Madrid 1805, 172-3.

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