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236 LA PROVINCIA DE IT . MM. CAPUCHINOS DE CASTILLA se le removió de la guardianía, nombrando a otro. Todo terminó con la secularización del P. Valdilecha el 27 de octubre, después de haber obtenido un breve del Papa (11). A esos males, consecuencia lógica del ambiente de libertad e insu­ bordinación que se respiraba por todas partes, vino a juntarse la falta de vocaciones y un descenso grande en el número de religiosos. La causa habrá que buscarla seguramente en esa relajación y asimismo en la descristianización preponderante en aquella época. Sólo apunta­ mos el hecho de que en 1782 las estadísticas oficiales nos dan 275 pre­ dicadores, 76 sacerdotes simples, 49 coristas y 110 hermanos, con un total de 510 religiosos, mientras que sólo diez años después, en 1796, había en la provincia 109 predicadores, 20 sacerdotes simples, 103 co­ ristas y 73 hermanos, sumando un total de 305 (12). Indicio de esa escasez de religiosos que comenzaba a notarse con síntomas alarmantes es que los superiores de Castilla, en la reunión del 5 de diciembre de 1788, acordaron quitar el privilegio de que gozaban los bibliotecarios de poder decir misa a las seis de la mañana, precisamente «en vista del corto número de sacerdotes en los conventos menores» (13). Esa penuria repercutió, naturalmente, en la observancia regular, y, por la misma razón del reducido número de religiosos en los conventos pequeños, el P. Provincial, Angel de Toro, permitió en 1790 se tuviese alternativa en los maitines, es decir, que los reli­ giosos se levantasen por la noche en días alternos (14). 3. Un infortunado suceso vino a aumentar en estos años las preocu­ paciones de los superiores. E l 20 de diciembre de 1789 se declaró un incendio en el convento de Segovia; los daños causados no fueron de mucha monta. Pero fueron de consideración los sufridos en un segundo incendio, mucho más violento que aquél, ocurrido el 8 de febrero del siguiente año, 1790; no quedó de todo el edificio sino la iglesia, el coro, la sacristía, refectorio y algunas celdas. Añade el cronista que se tuvo por cosa indubitable que ambos incendios fueron provocados de industria y a propósito. Los religiosos allí residentes se repartieron por diversos conventos y casas particulares, siendo de consignar las muestras de caridad y aprecio que los Capuchinos reci­ bieron en esta ocasión, muy especialmente del señor obispo D . Juan Jiménez, quien hizo cuanto pudo para auxiliarles. Posteriormente los estudiantes fueron trasladados a E l Pardo, y en Segovia quedaron sólo (11) Ibíd., 612 614-15. (12) M. de Pobladijra, Los Frailes Menores Capuchinos en Castilla, Ma­ drid 1946, 157. (13) VA, 609. (14) Carta pastoral de nuestro M. R. P. Fr. Angel de Toro, Ministro Provin­ cial, mandada publicar con acuerdo de los M. RR. PP. Definidores en el Capítulo celebrado en este convento de San Antonio de Madrid el 28 de mayo de 1790 (APC, 5/17).

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