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232 LA PROVINCIA DE FF. MM. CAPUCHINOS DE CASTILLA adquirir por medios justos y tener en su celda todos los libros que le sean convenientes, tanto de Escritura como de predicación, teología y Disciplina eclesiástica, como de erudición sagrada y profana, de Huma­ nidades, historias antiguas y modernas, y así de los demás, sin otros límites que el de que no estén prohibidos o sean indecentes» (artícu­ lo X X X V II I ) . Para terminar: el convento elegido para establecer en él este Cole­ gio de Misioneros fue el de Esquivias, y tendría como Patrona la Inmaculada Concepción. 5. Se advierte en los propios estatutos que no eran definitivos; esos se habían redactado porque se creían suficientes para poner el Colegio en marcha. Posteriormente, ante las dificultades que surgiesen, se formaría un código de leyes por las que se regiría en definitiva y que, fielmente guardadas, concurrirían al fin y objetivo último y supre­ mo de tal establecimiento «que es gloria de Dios, la salvación de las almas y el verdadero honor de nuestra Orden» (art. X L V ). Pero aquí surge una pregunta de suma importancia: un Colegio de misioneros tan admirablemente planeado, del que se esperaban exce­ lentes resultados, ¿se fundó o estableció en la provincia? Hay que contestar que sobre esto no tenemos documento alguno que lo afirme o niegue; más aún, con hondo pesar es preciso decir que sobre él tene­ mos esas únicas noticias que hemos consignado anteriormente y que anota el Viridario: que en abril de 1786 se enviaron circulares a los conventos para que los religiosos que deseasen formar parte del expre­ sado Colegio de Misioneros diesen su nombre. Nada más podemos añadir; sólo que sorprende al historiador cómo haciendo constar en la introducción de sus estatutos, que era algo muy deseado por los reli­ giosos, luego no se hayan dado otros pasos para su establecimiento efectivo. A lo expuesto quiero añadir que así el proyecto como la redac­ ción de los estatutos de este en mala hora fracasado Colegio de Misio­ neros se debieron, a mi juicio, al P. Francisco de Villalpando, a la sazón Definidor provincial. No hay ninguna razón positiva ni docu­ mento que así lo afirmen, pero me da pie para hacer esa afirmación lo que a continuación expongo. E l P. Villalpando disfrutó de la amis­ tad y protección de Floridablanca, y, a propuesta de éste, presentó el plan de creación o formación de la Academia de Bellas Artes; asi­ mismo se propuso, según ya indicamos, reformar la filosofía por medio del curso por él escrito; no es de extrañar que tratase de poner sus esfuerzos para que también el púlpito experimentase la necesaria y debida reforma con el establecimiento de este Colegio encaminado a la digna formación de predicadores y misioneros en la provincia de Castilla. Debía ser esa otra de las ideas que le obsesionaron. A mayor abundamiento no debe olvidarse que poco después imprimía su obra de asuntos predicables en siete tomos: Ensayo de oraciones sagradas sobre los varios géneros que comprende la Elocuencia del púlpito, Ma

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