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LA PROVINCIA BAJO EL GOBIERNO DEL P. MARCOS DE REINOSA 2 2 9 tiempo de permanencia; podían salir del Colegio cuando les pareciese bien, o por el contrario continuar por toda la vida, aunque estuviesen enfermos y no pudiesen dedicarse a la predicación (arts. I I y X L IV ). En varios artículos de los expresados estatutos se repite que el obje­ tivo principal de este Colegio era que fuese escuela de formación y debida educación de los Padres jóvenes, a fin de que dignamente cum­ pliesen con el ministerio de la predicación. Sin embargo, no todos po­ dían ni debían ser allí admitidos; su número era limitado a solos 10 ó 12, y por otra parte serían seleccionados, es decir, buenos, ejemplares, aplicados y capaces. Tenían preferencia de admisión cuantos hubiesen concurrido a oposiciones a cátedras (art. X V I). No obstante, la elección de unos y otros quedaba reservada a la Definición provincial; ésta debía hacer informe sobre las cualidades e idoneidad del solicitante, «suponiendo que, aunque debe en él tener el primer lugar la religio­ sidad y espíritu de los candidatos, como que sin eso es imposible sean buenos y dignos predicadores y misioneros, no debe tenerse por bastante si no acompaña el talento y las prendas físicas y morales que son indis­ pensables» (art. V II) . Estos Padres jóvenes o seminaristas no podían estar en el Colegio más de tres años ni tampoco menos, para que su formación fuese com­ pleta. En el primero no podían salir poco ni mucho a dar misiones; serían instruidos durante él en el método de predicar y en la formación de algunas doctrinas o composiciones bajo la dirección y disciplina de sus maestros, tomando algunas nociones de los libros sagrados, Santos Padres y Disciplina eclesiástica. En los años segundo y tercero se les permitía salir a predicar, pero sólo como compañeros de los Padres misioneros, y además una vez al año y por espacio de un mes poco más o menos. «Esta ordenación — se añadía— es de suma importancia, y de su observancia penderá el aprovechamiento de los jóvenes y el bien de la provincia» (art. X X II) . Luego se concretan más los estudios que debían realizar estos Padres jóvenes en plan de mejor formación. En los dos años primeros se les explicaría la Elocuencia sagrada juntamente con la Retórica. Por tanto, en el primer curso tendrían diariamente una hora de lección, en la que se expondrían los preceptos y reglas de la Oratoria sagrada; los alumnos, por su parte, harían luego composiciones en cada uno de esos géneros, las que serían después examinadas y corregidas por el profesor, que haría notar los defectos, las reglas quebrantadas, las figuras usadas, etcétera. Como medio para esa mejor formación literaria, se examina­ rían en clase pasajes selectos de los maestros de la oratoria sagrada, haciendo resaltar el lenguaje, expresiones, fuerza de las mismas, armo­ nía del período, figuras empleadas (art. X X V ). En el segundo curso continuaría estudiándose la Oratoria y Elo­ cuencia sagradas, pero en el terreno práctico, aplicando las reglas apren­ didas a las oraciones sagradas, sermones, doctrinas, asuntos religiosos y panegíricos. Advirtiéndose que este género de predicación no debía considerarse impropia de un misionero, siendo muy propio del ministe

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