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LA PROVINCIA BAJO EL GOBIERNO DEL P. MARCOS DE REINOSA 227 fin y verbalmente en el tiempo de la visita, han convenido uniforme­ mente, alabando el pensamiento y ofreciendo cooperar por su parte a su logro» (10). No debe mirarse este proyecto del P. Reinosa, la fundación de este nuevo Colegio de Misioneros, como una réplica o reacción en contra del Seminario de Toro, sino un anhelo, un vivo deseo de aunar opiniones y pareceres encontrados que aún existían respecto de este último, y, por otra parte, satisfacer, con algo no contrario pero sí distinto, las aspiraciones de aquellos que, sintiéndose con aspira­ ciones de dedicarse de lleno a la predicación, sobre todo de misiones populares, no juzgaban oportuno alistarse en la comunidad de Toro. Y es que el nuevo que se proyectaba se diferenciaba notablemente de éste. E l de Toro tenía como finalidad principal guardar con el mayor rigor la Regla y Constituciones capuchinas, especialmente en orden a la pobreza, llevando al mismo tiempo vida de retiro, de aislamiento del mundo y de entrega al estudio con miras a la predicación de misiones populares, a las que sus miembros debían también dedicarse como ideal importante pero secundario. En éste que ahora quería establecerse, debía llevarse también la observancia regular, pero con menos rigor e incluso con alguna dispensa que se juzgase necesaria para atender mejor al objetivo que se pretendía y que así se expresaba: «Siendo dos los fines de este establecimiento, es a saber, tener la provincia misio­ neros formados, prontos a ejercitar su ministerio a donde quiera que se les envíe, y al mismo tiempo una Escuela o Seminario en que se eduquen y formen jóvenes idóneos para que a su tiempo puedan hacer el mismo servicio a la Iglesia y a la Religión, deberá atenderse a uno y otro en la elección de sujetos y en el modo diverso de servirse la provincia de unos y de otros» (11). Más concretamente: este nuevo Colegio vendría a ser residencia, una especie de prefectura, de un equipo de misioneros que no debían pasar de 12, bien preparados y formados para «servir de modelo y norma» a los demás Padres jóvenes que allí fuesen enviados para lograr digna formación y debida educación, a fin de que luego llenasen con honor el ministerio de anunciar la divina palabra a los fieles. Antes de hablar de su organización queremos transcribir esta breve nota que el cronista pone al hacer referencia a la reunión definitorial del 4 de abril de 1786: «Estos mismos días, cuatro y cinco, remití otra circular a todos los conventos de la provincia, en que la R . Defi­ nición manda a los religiosos que gustaren, escriban los que piensan alistarse en el nuevo Colegio de Misioneros que va a erigirse» (12). Los estatutos porque se regiría se imprimieron con anticipación y «habían sido muy meditados y conferidos con personas las más ilustres en vir- (10) Ordenaciones y estatutos para el Colegio de Misioneros que se ha de fundar en esta Provincia de Capuchinos de la Encarnación de las dos Castillas, siendo Provincial el R. P. Fr. Marcos de Reinosa, Madrid 1785, 1-2. ( 11 ) Ihíd., 2 art. I. (12) VA, 580. La nota es del P. Secretario, Jacinto de San García.

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