BCCCAP00000000000000000000156

COLEGIO DE MISIONEROS DE LA HABANA 2 2 1 debe perderse de vista que varios de estos predicadores, no menos de nueve, estuvieron antes en el Colegio de Toro y aquí se formaron ade­ cuadamente para ese apostolado de las misiones populares. Sirva de confirmación el hecho de que el P. Joaquín de Ajofrín, por encargo del gobernador y del prefecto, fue destinado en 1792 a predicar misio­ nes en la isla de Puerto Rico (46). E l tercer compromiso del Colegio fue el de proveer de curas doctri­ neros la Luisiana y Florida. También este objetivo se cumplió amplia­ mente. En julio de 1785 era enviada allá la primera expedición, que constaba de siete Padres; a fines de 1790 arribaron otros seis, y, por fin, años más tarde son destinados, entre otros, los PP. Ramón de Vilach y José de Madrid. Todo ello hasta 1795, en que, al ser desig­ nado obispo residencial para la Luisiana y Florida, debieron quedar éstas al total cuidado del prelado, en tanto que el Colegio quizá se creyó desligado de la obligación de proveerlas de curas doctrineros. Prueba de esto es que, al cesar en el citado año 1795 el P. Joaquín de Portillo en el cargo de superior de los Capuchinos que estaban en aquellas provincias, no fue nombrado ningún otro posteriormente. Por lo demás, creemos que, con los que allí fueron enviados, los habitantes de la Luisiana y Florida estuvieron bien atendidos en lo espiritual, teniendo en cuenta que con los Capuchinos franceses que allí quedaron, mas otros siete u ocho españoles no pertenecientes a Castilla, formaron un total que no bajó nunca de 20; a ellos se agre­ garon varios de distintas Ordenes y por último algunos sacerdotes seculares. Algo diremos en otro capítulo sobre su comportamiento y aposto­ lado en la Luisiana. Puede afirmarse que la casi totalidad se distinguió por su celo, actividad y fiel cumplimiento de sus deberes como reli­ giosos y curas de almas, mereciendo especial mención los PP. Joaquín de Ajofrín, Joaquín de Portillo, Angel de Revillagodos, José de Villa- provedo, Pedro de Zamora y Bernardo de Deva. Y termino con esta nota que destaca el P. Fermín de Alcaraz: con los Capuchinos pasó a Cuba la devoción a la Divina Pastora de las almas. Su imagen se colocó, a poco de su llegada a La Habana, en una capilla de la iglesia de San Felipe Neri; desde entonces creció tanto el culto y la devoción a ella que su fiesta era de las más concurridas y celebradas (47). En honor de la Divina Pastora se imprimió justamente en La Habana, año de 1848, una novena a costa del capuchino de Castilla P. Francisco de Elgóibar y de varios otros devotos (48). (46) AGI, Santo Domingo, 2271. (47) Fermín de A lcaraz, O. F. M. Cap., La Divina Pastorea o sea el rebaño del Buen Pastor Jesucristo, Madrid 1831, 42-3. (48) Se imprimió con esta portada: Novena a María Santísima con el título de la Divina Pastora de las almas, protectora de las Misiones de la Religión Ca­ puchina. Reimpresa a petición y costo del M. P. P. L., Capuchino con el nombre de Fr. Francisco de Elgóibar y de varios devotos, La Habana, 1848; IV-49 pp.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz