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2 2 0 LA PROVINCIA DE FF. MM. CAPUCHINOS DE CASTILLA antes en Toro, escribiendo al P. Miguel de Santander. Este le contestó: «Yo tuve grande gusto cuando leí en su carta sus apostólicas expedi­ ciones, los grandes frutos de la palabra de Dios, lo bien que les cuidan y la observancia que en el convento profesan. Todas estas cosas son de agrado de Dios, de tanta utilidad para la Iglesia, tan provechosas a los fieles y tan conformes a nuestro instituto» (41). Sentimos sobremanera no poder consignar datos y noticias más explícitos y relevantes respecto a la segunda finalidad intentada con la fundación del Colegio de La Habana, es decir, la de dar misiones circulares por la isla. Sin embargo, son testimonio elocuente las citadas palabras del P. Santander, reflejo de los informes dados por el Padre Agreda. Fue desde luego esa una labor emprendida muy pocos días des­ pués de su llegada, según se expresa el P. Fermoselle en carta al Padre Provincial: «Todo el pueblo está edificado en sumo grado, y espero lo esté más después de haber oído la misión que empezamos en la iglesia mayor el próximo julio Portillo y yo», a la que se seguirían otras varias misiones y ejercicios espirituales en la capital, como igualmente se había iniciado un intenso apostolado de confesiones, asistencia a enfermos, etc. (42). Lo que confirma en otra carta un año y medio des­ pués: «En este colegio, hospicio, convento o casa se vive con la reli­ giosidad correspondiente, trabajando en púlpito y confesonario incesan­ temente a honra y gloria de Dios y utilidad de las almas, con edifica­ ción del pueblo y honor del hábito capuchino» (43). Plena confirmación de lo afirmado por el P. Fermoselle es el testi­ monio del Ayuntamiento de La Habana, que reconoció públicamente el celo de los Capuchinos en pro de las almas y su aplicación al confe­ sonario, púlpito y asistencia a enfermos a todas horas, por lo que resul­ taba de grandísima utilidad el establecimiento del Colegio, notándose además en el pueblo mucha reforma de costumbres, mayor concurren­ cia en los templos y continuas confesiones en las iglesias (44). Y que esa misma actividad de predicar misiones populares por la isla se continuaba lo prueba otra carta del P. Fermoselle al P. Provin­ cial en 1790, en la que le decía: «Los PP. Fr. Joaquín de Ajofrín y Fray Agustín de Bustos están haciendo misión en la isla desde noviembre; ahora están en un pueblo distante de esta ciudad ochenta leguas» (45). Los éxitos logrados en esa predicación debieron ser extraordinarios, aunque no es posible dar otros datos por falta de documentación. No (41) M. de Santander, carta al P. Mariano de Agreda, El Ferrol, 26 ju­ nio 1785 (Cartas familiares, 28). (42) Carta del P. Fermoselle, ya citada, 14 junio 1784. (43) Carta del mismo al P. Provincial, La Habana, 1 diciembre 1785 (APC, 18/1). (44) Testimonio del Ayuntamiento de La Habana, 20 julio 1785 (AGI, Santo Domingo, 2273). (45) Carta del P. Fermoselle al P. Provincial, La Habana, 28 marzo 1790 (APC, 18/1/3).

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