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COLEGIO DE MISIONEROS DE LA HABANA 219 de La Habana, al que los efectos de la exclaustración llegaron más tarde, hacia 1839 ó 1840. Además, se dio el caso de que, aun después de incautarse de él las autoridades civiles, hubo allí habitaciones dis­ ponibles donde mal que bien lograron hospedaje más de cuatro capu­ chinos. Entre ellos se cuenta el P. Francisco de Elgóibar, que en él se encontraba en 1848 (37); también, antes de 1850, vivía en pobre habitación el P. Jacinto de Peñacerrada, más tarde obispo de La Ha­ bana; a él arribaba igualmente en enero de 1850 el P. Esteban de Adoain (38). Para entonces la parte del Oratorio de San Felipe Neri dedicada a viviendas estaba ya muy deteriorada; la iglesia, por el contrario, continuó como hasta entonces. Todavía pudimos admirar su belleza y clásica arquitectura, sita en la antigua ciudad y próxima al muelle, en nuestra rápida estancia en La Habana por noviembre de 1956. 5. Esos breves datos y escuetas noticias se completan con las que consignamos a continuación respecto al logro de la triple finalidad para que fue establecido este Colegio o Seminario de Misioneros de La Habana. Poco hemos de decir acerca de la vida llevada en él por los religio­ sos en orden a la observancia regular; vida estricta de comunidad, sujeta en un todo a horario fijo, en el que, entre otras cosas, figuraba suficiente tiempo para el estudio. De todo son abonado testimonio las cartas del P. Fermoselle dirigidas al P. Provincial a poco de su llegada, en 1785 y 1786, y cuanto luego expone en las reflexiones y adverten­ cias al texto del Reglamento del Colegio (39). No puede ponerse en tela de juicio que esa observancia se llevó con gran rigor, quizá exce­ sivo, el tiempo que el P. Fermoselle estuvo al frente de él (1784-1793). Casi la misma línea de conducta siguió el sucesor P. Joaquín de Ajo- frín, desde 1794 a 1799, la que por otra parte era apoyada con el ejemplo del P. Fermoselle hasta su fallecimiento en La Habana, en 1803, ya muy enfermo y a la edad de 72 años (40). Lo mismo afirmaba otro de los enviados en la primera expedición, Padre Mariano de Agreda, que, junto con los dos mencionados, estuvo (37) El P. Elgóibar fue nombrado Vicario de El Pardo en el Capítulo del 24 de abril de 1835, pero en julio se le retiró (ED, 320-21; estando en La Habana imprimió la Novena de la Divina Pastora, resanada más abajo.. (38) Gumersindo de E stella , O. F. M. Cap., Historia y empresas apostó­ licas del Siervo de Dios P. Esteban de Adoain, Pamplona 1944, 134. (39) Cartas del P. Fermoselle al Provincial, La Habana, 14 de junio 1784 y 1 julio 176 (APC, 18/1), y reflexiones o advertencias al proyecto de Reglamento del Colegio (APC, 18/1/6, ff. 18-25). (40) El mismo P. Fermoselle dice de sí mismo, en julio de 1792, que tenía «65 años de edad, más de 41 de hábito capuchino y que por espacio de más de 36 años ha ejercido el sagrado ministerio de oír confesiones con tesón, y por más de 30, de misionero apostólico predicando con celo y en la corte de Madrid, en Toledo y otras varias ciudades y pueblos; pues ha sido Lector de filosofía y teología, Guardián del Colegio de Misioneros de la ciudad de Toro, Custodio, tres veces Definidor, Vicario Provincial...».

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