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2 1 6 LA PROVINCIA DE FF. MM. CAPUCHINOS DE CASTILLA Neri, que tenía contigua una hermosa y capaz iglesia; uno y otro inmueble habían sido ofrecidos por el obispo de La Habana. Aquel alojamiento provisional se convirtió prácticamente en definitivo, no obstante las protestas del P. Fermoselle por no encontrarlo conforme a la pobreza franciscano-capuchina. En él continuaron hasta la exclaus­ tración de las Ordenes religiosas en Cuba, por los años 1839-1840, y aun posteriormente, pues en aquel oratorio encontraron acogida y refugio varios capuchinos arrojados de España y de las repúblicas hispanoamericanas. Por lo que atañe a los superiores que, con título de Prefectos, estu­ vieron al frente del Colegio, ya dijimos que el primero en desempeñar ese cargo fue el P. Isidoro de Fermoselle, presentado por el ministro de Indias, D. José de Gálvez, y designado más tarde por el Definitorio provincial. El P. Fermoselle, acostumbrado a la vida regular y obser­ vancia estricta del convento de Toro, debió llevar las cosas un poco a punta de lanza en el de La Habana. Eso y el largo mandato de más de ocho años malquistó la voluntad de sus súbditos y suscitó descon­ tentos y rebeldías, hasta el punto de que, en septiembre de 1792, acu­ dieron al rey en contra suya (21). En consecuencia, los superiores de la provincia recibieron orden del Consejo de Indias para que se eligiese nuevo Prefecto, y además que en adelante la comunidad de La Habana se gobernase como cualquiera otra (22). Fue entonces (enero de 1793) elegido Prefecto el P. Adrián de Estavillo, que era Procurador, aunque no marchó a su destino hasta después del Capítulo provincial celebrado en mayo del citado año (23). De todos modos, extraña que el 13 de octubre de 1794 fuese ele­ gido, en lugar del P. Estavillo, el P. Joaquín de Ajofrín, quien, al pare­ cer, continuó en el cargo hasta junio de 1799. Para sucederle desig­ naron los superiores de Castilla al P. Ramón de Vilach, que formaba parte del Colegio de La Habana, pero tal nombramiento fue rechazado por el Consejo de Indias, recayendo entonces en el P. Tomás de Be- rrón (24). Y así posteriormente fueron sucediéndose otros en el cargo; la designación de los mismos corrió por cuenta del Definitorio provin­ cial, coincidiendo con la celebración del Capítulo aunque los nombres de los interesados no aparecen en las tablas capitulares sino a partir de 1819. Por cierto que, debido sin duda a la penuria de personal en el Colegio, van alternando sin interrupción, desde 1825, los PP. Ceferino de Ceñogal y Salustiano de Alcedo en los cargos de prefecto y vice­ prefecto o vicario hasta el último Capítulo provincial, 24 de abril (21) Tal recurso fue entablado así tanto por el rigorismo del P. Fermoselle como por haber nombrado éste por viceprefecto interino al P. Baltasar de Pozo- antiguo; en lugar de éste fue nombrado por la Definición el P. Ramón de Vilach, 10 febrero 1792, nombramiento que no fue aprobado por el Consejo de Indias, siendo entonces designado el P. Joaquín de Ajofrín (VA, 633, 635). (22) VA, 644; la ordenfuecomunicada el14enero1790. (23) VA, 647, 649. (24) VA, 688.

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