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4 LA PROVINCIA DE FF. MM. CAPUCHINOS DE CASTILLA como pudieron y ofrecieron dar sus vidas por la causa de Felipe V ; mientras que Játiva, levantada a favor de Carlos de Austria, fue valien­ temente defendida por los agustinos, quienes murieron casi todos en la refriega (8). Famosos se hicieron, por no citar sino algunos casos concretos, el P. Gaspar Sánchez, levantando en Madrid partidas de migueletes en pro del archiduque, y el religioso mínimo Fr. Francisco Sánchez (9). Queremos destacar que una de las causas por qué el de Austria no se hizo amar y sobre todo por qué el pueblo no le quiso, fue principal­ mente porque sus soldados, y más que todo los de sus partidarios y aliados, cometieron muchos desafueros, robos, sacrilegios, etc. Con su proceder hirieron vivamente el sentimiento católico del pueblo castellano y andaluz. Lo sucedido en Cádiz y Puerto de Santa María al desembarcar allí los ingleses y holandeses, ocurrió con los primeros en varias iglesias de los obispados de Sigüenza, Cuenca, Osma y Toledo, al igual que en otras partes de Castilla (10). En muchos pueblos se comportaron como lo habían hecho los ingleses en Fraga, donde robaron los vasos sagrados, arrojaron las formas consagradas al Cinca y perpetraron otros horrendos sacrilegios, repitiendo esas escandalosas profanaciones de templos al tomar la ciudad de Alicante (1706), cometiendo además otros excesos y ultrajes con los propios habitantes (11). «Nada incomodó tanto al católico pueblo español — escribe un historiador— como los saqueos de los templos, los sacrilegios y profanaciones de objetos y lugares sagrados que las tropas del archiduque cometían en la corte y en sus contornos, y en las cercanías de Toledo y Guadalajara, y sobre todo la impudencia con que vendían por las calles de Madrid ornamentos, cálices, copones, cruces y todo lo que en un pueblo religioso se destina al servicio y culto divino. Estas impiedades... irritaron sobremanera los ánimos.» Y a ello contribuyeron además los muchos papeles que se imprimieron, en los que se pintaban con vivos colores los desacatos y tropelías perpetrados en iglesias, santuarios y conventos (12). 3. Entre los religiosos que siguieron uno u otro bando de los contendientes y que descollaron igualmente por sus hazañas debemos enumerar también a bastantes capuchinos, pertenecientes más bien a las provincias de Cataluña, Aragón y Valencia. En esas provincias fue donde particularmente se desarrolló la lucha y, por tanto, también la división de pareceres y partidos. Es sintomático y prueba manifiesta de la efervescencia que se notaba entre los religiosos y la repercusión que aquella guerra civil así como las divisiones políticas tenían en los conventos capuchinos, y otro tanto puede afirmarse de los demás, el que, al poco tiempo de iniciarse las (8) Ibíd., 57-8, 68. (9) V. de la F uente , 11-12. (10) Ibíd., 12. (11) M. de L afuente , 39, 56. (12) Ibíd., 109.

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