BCCCAP00000000000000000000156

2 0 6 LA PROVINCIA DE FF. MM. CAPUCHINOS DE CASTILLA se expurgase el texto del P. Villalpando conforme al dictamen de los calificadores: que se llamase al autor y se le reprendiese por su modo de actuar y se le desterrase de Madrid a sitio donde no hubiese Uni­ versidad (39). Tan drásticas medidas no se cumplieron en manera alguna. Ese mismo año el Consejo de Castilla, quizá para salvar la propia dignidad y reputación, tomó cartas en el asunto a favor del P. Villalpando y remitió todos los informes y papeles a nuevos censores para que exa­ minasen las razones de los calificadores de la Inquisición y si el autor satisfacía en la defensa y contestaciones. Aquí debió quedar todo y ter­ minar así este proceso, a causa de la muerte del P. Villalpando, suce­ dida dos años después (40). De él y de los méritos de sus escritos nos ocuparemos con más detención en otros capítulos. 5. Elegido Definidor general el P. Nicolás de Bustillo, parecía pru­ dente y justo celebrar cuanto antes Capítulo para elegir nuevos supe­ riores de Castilla. Se tuvo a los seis meses, como ya dijimos, el 11 de octubre de 1782; resultó elegido Ministro Provincial el P. Matías de Molina, quien había tomado el hábito en 1748 y recibido la ordenación sacerdotal en 1755. Desempeñó luego los cargos de Vicario de Toledo, Valladolid y Esquivias, Guardián de Valladolid y Tarancón, y Defi­ nidor (41). Las ordenaciones dadas en este Capítulo y que fueron publicadas el 4 de diciembre no se han conservado (42). Sabemos también que posteriormente dirigió una carta circular a todos los religiosos cuyo contenido era sumamente interesante; en ella, además de exhortar vivamente a la buena organización del culto en las iglesias conventuales, apremiaba a que los Padres jóvenes se aplicasen de lleno y con el mayor interés al estudio de la Sagrada Escritura, Santos Padres, Historia ecle­ siástica y Retórica, cuyo conocimiento era indispensable a quienes de­ bían ejercer con dignidad el ministerio de la predicación (43). Pocos meses después del Capítulo, en febrero de 1783, los superio­ res de Castilla creyeron llegado el momento de poner en ejecución lo determinado ya en 1781, es decir, la fundación de un Colegio de Mi­ sioneros en La Habana, solicitada por el obispo de Cuba (44). Las (39) Ibid., f. 89. No estaba ya en el poder su amigo y favorecedor, el conde de Floridablanca, quien, después de desempeñar la cartera de Gracia y Justicia y ocupar la Presidencia del Gobierno, era destituido el 29 de febrero de 1792. (40) Ibid. El P. Villalpando falleció antes denoviembre de 1797, aunque no podemos fijar el día preciso ( Necrologio, 32). (41) Necrologio, 287. (42) VA, 559. (43) Tampoco esta carta se ha conservado; consta de su existencia por lo que dice el P. Marcos de Reinosa en la que éstedirigió a su vez a la provincia, 12 mayo 1786; n. 11 (APC, 6/31). (44) Téngase presente que entonces solamente existía en Cuba una sede epis­ copal, la de Santiago; el obispo solía residir con alguna frecuencia en La Habana, pero la sede propia era la de Santiago.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz